Madrid, 23 de junio de 2010 | Opinión | Clemente Ferrer (*)
El laicismo europeo sigue porfiando sobre temas más bien secundario. Mientras son exterminados cristianos en Irak o en Egipto, sin apenas reflejo en los medios de comunicación. Y la intransigencia no se reduce, como indica un extenso artículo publicado en el diario francés La Croix, sustentado en un informe del Pew Research Center’s Forum on Religion and Public Life, una organización muy reconocida en Estados Unidos, titulado Global Restrictions on Religion.
Los Estados con fornidas restricciones a la libertad religiosa son pocos, se trata de pueblos con muchos habitantes. Por eso el Pew Forum colige que alrededor del 70% de los naturales del orbe están sometidos a fuertes limitaciones en relación con su libertad religiosa. Esa aseveración es el resultado de la evaluación de parámetros concretos en torno a los impedimentos de los Gobiernos y a las hostilidades sociales interreligiosas.
Estos aprietos afectan a católicos, protestantes, judíos, budistas y grupos minoritarios de musulmanes. Un total de 43 países tienen grandes restricciones, como: Arabia Saudita, Pakistán, Irán, Egipto, Argelia, Turquía, Indonesia, Rusia, la India hindú, la Birmania budista y los países comunistas Vietnam y China.
Entre los 25 países más poblados del universo, los que tienen más limitaciones son Irán, Egipto, Pakistán e India y, por regiones; Oriente Medio y el Norte de África son las que tienen más limitaciones, mientras que las dos Américas son las más consideradas con la libertad religiosa.
El artículo del citado rotativo, hace referencia a la publicación de l’association Conscience et Liberté, destinada al extremismo religioso. Karel Nowak, secretario general de esa revista, asevera que los extremistas son poco tolerantes. Por el contrario, “una mayor libertad religiosa, especialmente de culto y enseñanza, constituye un potente antídoto contra el extremismo religioso. La promoción del derecho a la libertad de religión o de convicciones no es sólo un imperativo moral, sino una obligación pragmática. Es el mejor remedio contra el extremismo y el fanatismo, y un medio esencial para garantizar la seguridad del mundo”.
(*) Presidente del Instituto Europeo de Marketing
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