Málaga, 23 de agosto de 2010 | Opinión | Jose Vicente Cobo Roman.
El hecho de que las instituciones eclesiásticas ocultaran a sus creyentes la ley de causa y efecto, de siembra y cosecha, fue una estratagema muy astuta. Con ello se construyó la base para hablar de los denominados “secretos de Dios” y de los “inescrutables designios de Dios”. En nuestros días, sin embargo, se desvanece cada vez más la fe en las instituciones eclesiásticas, pues muchas personas comprenden que el barco del mundo que se está hundiendo ya tampoco lo pueden salvar los dignatarios de la Iglesia.
Cuán vacías son las opiniones y las hipótesis de los teólogos, se puso de manifiesto de manera especialmente evidente después de la catástrofe del tsunami de Diciembre de 2004, que constituyó posiblemente la catástrofe de la naturaleza más grande que ha vivido la humanidad. En todas partes se escucharon entonces las preguntas: “¿Dónde está Dios? ¿Cómo pudo permitir esto Dios?”.
La Radio Vaticana emitió dos días más tarde la siguiente noticia: “De acuerdo con la opinión del teólogo experto en dogmas Bern Mochen Hilberath de la ciudad alemana de Tübingen, la catástrofe pone en aprietos a la teología para dar una explicación adecuada… ya que en el pasado las respuestas de por qué Dios puede permitir semejantes catástrofes, resultaron siempre poco satisfactorias.
En la Iglesia del Vaticano se ha introducido, fuera de los “secretos de Dios”, otro argumento, que se puede aplicar a todo: “Credo quia absurdum”, lo que significa “creo porque es absurdo”. Este lema se hace también evidente en el comentario teológico-espiritual del padre Eberhardvon Gemmingen, trasmitido por la Radio Vaticana tres días después del gran Tsunami: “Naturalmente que después de una catástrofe natural semejante, también para los creyentes se plantea la pregunta: ¿Dónde se ha quedado Dios? ¿Cómo pudo permitir esto? ¿No es él todopoderoso? ¿No puede evitar algo semejante? ¿O quizás él es todopoderoso y lo quiere evitar? ¿Cómo puede permitir él a la naturaleza que cometa semejante asesinato? No es de sorprender que se planteen tales preguntas…”
Como según esta afirmación, la naturaleza `cometió el asesinato´ sólo en base al permiso de Dios, (de acuerdo con la aseveración del Vaticano) tendría que ser entonces Dios el autor del crimen, quien habría actuado con un carácter especialmente abyecto. Esto puede que sea católico, pero no tiene absolutamente nada que ver con Cristo y con el verdadero Dios que ama y desea lo mejor para cada uno de Sus hijos. ¿O es que aquí la Iglesia Vaticana se está refiriendo a su propia forma de actuar, que a través de todos los siglos ha ido en contra de personas, animales y de la naturaleza?
Como en todos los tiempos, el Espíritu de Dios advirtió a los hombres de que las causas que creaban, les alcanzarían en forma de efecto si no cambiaban a tiempo.
De la publicación: “Catástrofes, cataclismos y muerte. Dios advirtió oportunamente”
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