Girona, 16 de septiembre de 2010 | Cartas al Director |Jesús D Mez Madrid.
La tramitación en el Congreso de la ley de Economía Sostenible es, en las condiciones actuales de crisis económica y ausencia de apoyos políticos al Gobierno, una pérdida de tiempo. El proyecto está superado por los acontecimientos actuales, pero nació viciado de origen porque, aun sin crisis, no habría servido por sí sola para que el sistema productivo español abandonara sus fuentes tradicionales de crecimiento (sol, ladrillo y coche) y fuera sustituido por un modelo de investigación, desarrollo e innovación que habría requerido inversiones públicas ahora imposibles.
Aquel esfuerzo legislativo que comprometió innecesariamente a ministerios y expertos debió orientarse a las medidas y reformas que entonces se despreciaron y hoy son imprescindibles. Pero esta ley es fruto de la impostura con la que el Gobierno se ha comportado ante la crisis. Por eso no será fácil que el Ejecutivo acepte que este nuevo fracaso es otro síntoma de la implosión de su legislatura, del desplome de su estrategia política iniciada en 2004. Y, lo que es peor, exhibe con toda crudeza la falta de ideas, objetivos y proyectos realistas para España porque al recuento de fallos en la gestión del Ejecutivo se une la pérdida del futuro y la vuelta a la mediocridad de la mano de un Gobierno incapaz.
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