Telde, 30 de enero de 2011 | Opinión | Florentino López Castro (*) - ASSOPRESS.
La proximidad de las elecciones locales, cabildicias y autonómicas, hacen que la preocupación de los ciudadanos por la actividad política, vaya poco a poco, a pesar de la difícil coyuntura económica que padecemos, y tal vez motivado por ello, “in crescendo”. Los comicios municipales son si se quiere, algo más especiales por cuanto se puede palpar en primera persona a los candidatos que optan a gobernar.
Las locales, al estar en contacto permanente con el político en cuestión, ofrecen una visión más real de lo que finalmente vamos a votar. El roce con ellos en la ciudad es inevitable y determinante; barrio, calle, supermercado, bar o cafetín, hacen que la posibilidad de tropezarte con uno, esté siempre ahí. Por eso, aparte de la ideología política, que también, para el candidato es fundamental convencer en el cuerpo a cuerpo, en el cara a cara, porque como si de un buen perfume se tratara, contará la primera impresión.
Partiendo de esta premisa, convendremos que en Telde no estamos precisamente escasos (salvo excepción), de excelentes relaciones públicas en política. Auténticos eruditos de la conversación dotados de don de gentes y perfecto dominio del espacio-tiempo. “Animales” de masas que se desenvuelven en la multitud con la soltura de una pantera en la selva. Suelen caer bien porque saben caer bien; es más, trabajan denodadamente este aspecto. Aún así, con esto no está todo resuelto, queda pendiente la madre del cordero: Tener mensaje y consistencia en sus propuestas.
La realidad nos lleva a comprobar que en Telde no hay mensaje ni propuestas de interés en la actualidad. Diseccionando el discurso de los líderes políticos y sus respectivos partidos, encontramos un preocupante vacío de contenido difícil de ocupar sin tirar de la demagogia o la simplicidad. Dos grandes argumentos engloban el principal debate político en la ciudad. Por un lado, los partidos que gobiernan se centran en achacar sus carencias y males a la legislatura anterior, y éstos a su vez, recitan de memoria que absolutamente todo lo que se hace hoy es mucho peor. Pasajes con “inéditas” referencias a una corrupción sin demostrar, o la retahíla de que hay que terminar con el alcalde por la “contundente” razón de que lleva demasiado tiempo en el gobierno, completan el “amplio” elenco político local.
Con esta “riqueza” argumental, es fácil encontrar hastío social, y más si éste es alimentado por mediocres comunicadores que fomentan la confrontación política periódicamente vertiendo torticeras informaciones que nada tienen que ver con la realidad, pero si con su economía e interés personal. Es una espiral estudiada y calibrada para obtener un rédito profesional que hoy los encumbra a un estrellato ficticio, momentáneo, de cristal, pero mañana, cuando de tanto usarlos pierdan su desgastada credibilidad, la caída será mortal. Cantan demasiado, y aún creyéndose más listos que todos, todos saben cual es su disfraz. Están marcados, etiquetados, acabados…
Las expectativas tampoco son demasiado halagüeñas con la nueva oferta política que se abre en la ciudad. La mayoría imitan a los partidos “mayores” y pugnan por entrar en el circo del disparate, la descalificación y el insulto, pero se vuelven a olvidar del mensaje, las propuestas, las alternativas, la verdadera movilización social. Por llegar nuevos haciendo lo mismo que los viejos, correrán el riesgo de que se aplique aquello de “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
(*) Florentino López Castro, director de ONDA GUANCHE
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