Madrid, 27 de junio de 2011 | Opinión | Clemente Ferrer (*)
“He visto a los más grandes espíritus de mi generación, arrastrarse de madrugada por las calles de los negros, en busca de la droga urgente imperiosa”, afirma el poeta estadounidense Allen Ginsberg.
La Asamblea General de las Naciones Unidas dispuso el día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas.
Se están llevando a cabo en todo el mundo acciones para concienciar a la población del peligro del consumo de las drogas. Todos debemos saber que el consumo de drogas puede conducirnos al fracaso en todos los órdenes de la vida.
No podemos olvidar que la droga es el ataque más grave que sufre la sociedad actual, un ataque cuyas consecuencias alcanzan a todos, pero son especialmente víctimas los adolescentes. Se lanzó una campaña publicitaria dirigida a los jóvenes dándoles a conocer los peligros del consumo de las drogas, bajo el lema: “Drogas. ¿Te la vas a jugar?”, la acción apela a la responsabilidad de los jóvenes y pretende generar “una cultura de rechazo a las drogas”.
En los chamizos donde se venden las drogas, todos viven en condiciones infrahumanas. El lugar es lúgubre. Todo es bazofia e indigencia. Los toxicómanos se presentan a este lugar para adquirir, en los chiringuitos, su dosis de heroína.
Una humanidad abandonada es la que brota de sus ajados moradores, que renunciaron a la lucha por su acomodo. Con el estigma que provoca la droga, la fijeza hueca, y apenas sin mantenerse firmes, se mueven amasando jeringuillas usadas.
Las ganancias del trajín de las drogas, ha logrado cuantiosos ingresos, provenientes de los más de tres mil drogadictos que han aparecido en los más de 70 asentamientos de transacción.
La batalla contra el derroche de narcóticos. La voluntad de paralizar esta dañina espada de Damócles para el tejido social que provoca el delito, la crueldad y favorece la devastación física y moral de muchos mortales, requiere un trabajo político, una cooperación mundial y el esfuerzo de toda la sociedad.
Por último, la droga es la muerte, la inmolación de millones de jóvenes ingenuos e inocentes, en aras de uno de los más sucios y terribles negocios que ha conocido la humanidad.
(*)Presidente del Instituto Europeo de Marketing
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