Esperemos que el adelanto electoral se lleve por delante algunos de los proyectos estrella de Zapatero. La ley de muerte digna constituye un buen ejemplo de ello y de cómo los intereses electorales han pesado más que las reformas que hace unos meses se calificaban de imprescindibles. Nacida sin consenso entre los partidos políticos y entre las organizaciones médicas, la ley de muerte digna quedará en el limbo como símbolo del discurso izquierdista que, en ocasiones, ha abanderado el Gobierno por pura estrategia. Aunque el candidato del partido ha mostrado interés en seguir matando a los que dejen de ser útiles. Esperemos no tenga opción.
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