Ante la proximidad de la JMJ y teniendo en cuenta que volverán ha aparecer críticas e incomprensiones sobre lo que haga y diga el Santo Padre, al mismo tiempo que volverán a parecer pseudos debates sobre la laicidad del Estado. Después de las actuaciones durante y posteriores a la visita del Papa a Santiago y a Barcelona, habrá que recordar una vez más algo que Zapatero conoce bien, pero que oculta arteramente cada vez que realiza estas graves insinuaciones: la fe se propone, no se impone. España es un estado aconfesional, en el que la separación Iglesia-Estado es clara. No pueden decir lo mismo en algunos países, de raíz no cristiana, con cuyas teocracias, sin embargo, el actual régimen se esfuerza una y otra vez en buscar alianzas. Afirma, por otra parte, el Presidente del Gobierno, que va a hacer las leyes que quieran los ciudadanos de este país. Cabría preguntarle entonces que qué es lo que ha hecho hasta ahora, porque las leyes más sectarias y radicales que el Ejecutivo socialista ha sacado adelante en estos siete últimos años, han sido aprobadas sin que hubiera demanda social, dividiendo en lugar de aunando, e incluso alguna sin que estuviera recogida en su programa electoral.
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