Telde, 05 de octubre de 2011 |Opinión | Agustín J. Arencibia Martín
La alianza electoral de Nueva Canarias y Coalición Canaria es el acontecimiento que ha protagonizado en esta nación hasta el momento la precampaña a los comicios generales del próximo 20 de noviembre, provocando un cúmulo de noticias, artículos de opinión y comentarios en diversos foros; muchos espontáneos y otros claramente intencionados, tanto a favor de dicha convergencia como en contra. Y es normal si nos atenemos a la dolorosa escisión vivida allá por 2005 en el seno nacionalista canario, y a las lindezas que unos y otros hemos soltado en referencia a nuestros contrarios desde entonces.
Y más encontradas estaban aún las posiciones tras la estrategia aplicada por CC tras las últimas elecciones autonómicas y locales, consistente básicamente en arrinconar a NC en todas las administraciones que fuera posible y provocando el absurdo de que una mejora ostensible de los resultados electorales conllevaran una perdida significativa de opciones de gobierno en la mayoría de las instituciones en que se venía desarrollando con éxito notable esta función.
Expuesto todo ello, casi sobra decir que a mí también se me retorció el estómago cuando me comentaron que había una posibilidad cierta de que concurriéramos con la que hasta ese momento era ATI-Coalición Canaria para nosotros. Mi primera reacción fue cuestionarme en qué organización militaba, que cambiaba de criterio tan fácilmente. Luego pensé que quizás era una oportunidad para resarcirnos del agravio sufrido recientemente, y que debíamos exigir, para cerrar el acuerdo electoral, cambios en los gobiernos de las instituciones que fuera posible, como Cabildo de Gran Canaria, o ayuntamientos de Telde, Arucas, Firgas o Moya.
Sin embargo, cuando se toma cierta perspectiva y se miden las distintas posibilidades en el contexto existente, qué distintas se ven las cosas. La realidad es que la próxima legislatura tiene unos condicionantes excepcionales, que hacen indispensable que Canarias tenga voz propia en Madrid. Por un lado son cuatro años en que se va a decidir sobre el Régimen Económico y Fiscal de Canarias, se someterá a debate y votación la aprobación de la reforma del documento marco que regula las relaciones de Canarias con el Estado (el denominado Estatuto de Autonomía), se decidirá el modelo de financiación al que nos acogeremos, y todo ello sumidos en la peor crisis que se recuerda, y que incide más que en ningún otro territorio en el nuestro.
Si a todo esto sumamos la certeza absoluta de que los diputados que salgan elegidos por los dos partidos centralistas no van a rebelarse en ningún caso a la disciplina de voto impuesta por sus respectivas organizaciones desde Madrid, aunque las decisiones a tomar afecten directamente a Canarias, la conclusión está clara.
La alianza electoral de Nueva Canarias y Coalición Canaria es un ejercicio responsabilidad por parte de las dos organizaciones, que han aparcado sus diferencias para unir sus fuerzas en un momento crucial para el futuro de Canarias, y que supone la única posibilidad real de que una voz que sólo obedezca a los derechos e intereses del pueblo canario se haga valer en la instituciones donde todavía hoy se deciden los asuntos de mayor trascendencia para nuestro futuro, a mil quinientos kilómetros de distancia.
(*)Concejal de Nueva Canarias en el M.I. Ayuntamiento de Telde
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