SALT (Girona), 09 de enero de 2012 / Cartas al Director / Jesús Martínez Madrid.
Mientras el rey don Juan Carlos rendía homenaje a la inmensa mayoría de españoles que sacan adelante sus familias con su trabajo, esfuerzo y honradez, se desataba una significativa polémica entre el PP y el PSOE a propósito de un nuevo caso de violencia doméstica que costó la vida a una mujer en Almería. La nueva ministra de Sanidad había lamentado y condenado este nuevo “caso de violencia en el entorno familiar”, unos términos que no gustaron nada a la antigua ministra Leire Pajín, que siguiendo el guión de la ideología de generó, reclamó que se calificase el crimen como “violencia machista y de género”. El problema es que Pajín, y con ella todo el feminismo radical, se niega a admitir que esa violencia tiene unas causas culturales y educativas que ha facilitado la ideología de género.
Un reciente informe del Instituto de Estudios del Capital Social acaba de revelar que la inmensa mayoría de los casos de violencia se da entre las parejas de hecho y también entre matrimonios que se consideran “a prueba”, dada la facilidad de ruptura que ofrece el divorcio express. Y es que la des-estructuración familiar es un factor que no se puede esconder en la lacra de la violencia contra las mujeres. Lo que ha hecho la nueva ministra de Sanidad al hablar de violencia en el entorno familiar, ha sido poner en evidencia la fragilidad de unos vínculos que han descartado la necesaria solidez de la familia como primera célula social a proteger. Pienso que los ideólogos socialistas deberían analizar el fracaso de sus políticas en este campo y revisar viejos clichés ideológicos.
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