Hoy vivimos a la hora del marketing y de lo políticamente correcto. Priman la imagen y el parecer sobre el ser.
Girona, 2 de febrero de 2012 / Cartas al Director / Jesús Martínez Madrid.
Es el mundo del paripé. Algo que resulta obvio en el modelo económico que padecemos, en el que la economía real ha cedido el paso a una economía financiera en la que se crea dinero ficticio para sostener efímeramente un edificio que se derrumba a las primeras de cambio. Y cuando la burbuja financiera estalla, el subsiguiente tsunami arrolla a su paso millones de empleos y nos hunde en la miseria. El símil es perfectamente extrapolable a la Educación. Nunca se ha gastado tanto dinero del contribuyente en el capítulo educativo como ahora, y nunca los resultados escolares han sido más decepcionantes.
Uno de los eslóganes que enarbolaban hace unos días los presuntos defensores de la escuela pública madrileña es que la Educación no es gasto sino inversión y pienso que tienen razón. Pero el problema es que la rentabilidad de esa inversión hoy por hoy es ruinosa en España, teniendo en cuenta que lo que debe entenderse por rentabilidad educativa es si los escolares aprenden o no. Y las cifras, en este sentido, son demoledoras. Lo importante no es que haya más o menos profesores, sino que sean suficientes y que los alumnos aprendan.
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