Girona, 15 de marzo de 2012 / Cartas al Director / Enric Barrull Casals
Estos días hemos conocido los datos sobre el mayor interés mostrado por los jóvenes por la respuesta a responder a la llamada divina, aunque difuminada entre los datos abrumadores de la crisis económica, los escándalos de la corrupción y las reformas emprendidas por el Gobierno, la actualidad nos ha ofrecido una noticia reconfortante: el aumento del número de vocaciones al sacerdocio que se ha registrado en los seminarios españoles. No se trata de un aumento espectacular, tan solo el 4,2 por ciento, pero es todo un síntoma que nuestra juventud, a pesar del granizo de la cultura relativista, no deje de prestar oídos a la llamada de Dios al servicio a las almas en el seno de la Iglesia. Algunos medios, los de siempre, han atribuido a la crisis económica esta creciente preocupación de los jóvenes por afrontar el reto de su existencia, como si así quisieran huir de la angustia de un futuro sin horizontes claros. Es una reducción burda, una forma de negarse a entender la belleza fascinante de una vida consagrada a dar testimonio del amor de Dios por cada persona. No sólo eso, sino también que si algunos jóvenes han visto clara su vocación al sacerdocio, otros muchos más ven la llamada a la santidad en su vida diaria.
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