Madrid (España), 21 de junio de 2012 / Artículo de Opinión / Clemente Ferrer (*)
El niño soldado López Lomong, en 1993, tras ser herido en combate, el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA), lo mandó a Estados Unidos para que se labrase un futuro alejado de la barbarie de la guerra. López Lomong fue abanderado del equipo olímpico de Estados Unidos, en Pekín 2008.
“El
tráfico sexual es un destino marcado por la miseria para muchas niñas del
Sudeste Asiático”; bajo este lema, Anesvad viene
lanzando, periódicamente, una campaña de publicidad para recuperar a estas
chiquillas y formarlas para que accedan a un trabajo digno.
Por otra parte,
“la explotación sexual es espontánea porque muchas criaturas hacen cualquier
cosa con tal de conseguir dinero. Otras veces hay grupos criminales envueltos,
o pueden ser las propias familias las que venden a sus descendientes para
sobrevivir. Y también las mismas niñas se organizan y se prostituyen, creando
sus propias redes”, explica Sella Mak, coordinador de la organización camboyana
“Our
Home”.
Según las Obras Misionales Pontificias,
las cifras de la explotación infantil son espeluznantes; hay 14 millones de
huérfanos a causa del sida. De la mitad de los 600 millones de pobres del
mundo, 130 millones no acuden a la escuela, 180 millones padecen desnutrición,
250 millones sufren explotación laboral y un millón de menores caen en las
redes del comercio sexual.
La semblanza de la infancia, es la
imagen de nuestra condición moral como adultos. Una civilización luchando
contra la infancia, es un mundo que ha perdido la esperanza. La infancia en la indigencia, vejada,
golpeada, inmolada es un crimen contra la Humanidad que pronto será
juzgada por sus propios descendientes
Se estima en 400 millones los chiquillos esclavos, bajo el
despotismo de la explotación. Entre ellos se cuentan: los críos encadenados a trabajos forzados: en la agricultura,
en yacimientos, en minas, en industrias y como esclavos de terratenientes. Son
ya medio millón de niños soldado.
Cerca
de dos millones de chiquillas son utilizadas sexualmente, trajinados como objetos sexuales.
Por último, uno de cada siete
chiquillos nacidos en los países más indigentes está sentenciado a morir antes
de cumplir los cinco años. Al año agonizan más de 250.000 chavales. "La
mayor parte de los niños mueren por carencia de alimentos y nutrientes
esenciales, lo que les debilita, reduce su peso y acentúa su vulnerabilidad”,
asevera el estudio, y añade que “estos niños están expuestos a un riesgo muy
alto de enfermedades infecciosas.
En los países no desarrollados la diarrea,
las enfermedades respiratorias agudas, la malaria y el sarampión son culpables
de una gran parte de las muertes infantiles". Esta angustiosa carga de
congoja y defunción sucede en todos los países de Hispanoamérica y el Caribe.
Agustín
de Hipona asevera que; “Lo
que sobra a los ricos es patrimonio de los pobres”.
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