Madrid (España), 11 de julio de 2014 / Cartas al Director / Vicnuel Sánchez González
Los concejales y las concejalas, los trabajadores y las trabajadoras, los jueces y las juezas, etc., etc., etc. ¡Qué pesadez! ¡Qué tedio! ¡Qué lenguaje más cansino!. ¡Con lo bien que suena la juez, la concejal o la alférez!
Y es que, si exceptuamos algunos temas, por lo general, no veo qué necesidad hay de hacer este tipo de distinciones entre hombres y mujeres. ¿Qué importa, por ejemplo, que un concejal sea hombre o sea mujer? ¿No somos todos iguales? ¿Por qué ese afán de hacer estas distinciones en campos en que no es necesario hacerlo, mientras que en otros campos (lo del progenitor A y progenitor B, por ejemplo) que sí lo exige la naturaleza de los mismos, se procede de forma contraria?
Esperemos que no aparezca un lobby "masculinista" que nos lleve a usar un lenguaje aún más soporífero: los sindicalistos y las sindicalistas, los astronautos y las astronautas, los artistos y las artistas, los periodistos y las periodistas, juezos y juezas, coronelos y coronelas, alférezos y alférezas, socialistos, comunistos, progresistos, etc., etc., etc.
Parece mentira que, en estos tiempos en que presumimos de pertenecer a las generaciones mejor preparadas, nos dejemos llevar con tanta facilidad por las modas o imposiciones de unos cuantos. Mis abuelos, agricultores y con tan solo estudios primarios, no se dejaban llevar tan fácilmente por la corriente.
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