viernes, 11 de julio de 2014

SABIDURIA PARA FELIPE VI


Málaga (Andalucía), 11 de julio de 2014 / Cartas al Director / Pepita Taboada Jaén

Sr. Director:

Se narra en el Libro Segundo de las Crónicas (Antiguo Testamento) una conversación entre Dios y Salomón, en la que Dios, después de comprobar el ofrecimiento generoso de Salomón, se le aparece diciendo: “Pídeme lo que quieras que te conceda”. Salomón contestó: “Dame sabiduría e inteligencia…” Dijo entonces Dios: “Ya que esto es lo que ha agradado más a tu corazón, y no has pedido riquezas ni hacienda ni glorias… te son otorgadas sabiduría y ciencia…”

Sabemos la gran fama que este rey alcanzó por sus sabios aciertos al frente de su pueblo.

También en el Libro de la Sabiduría se avisa a los soberanos de la tierra a amar esta virtud para alcanzar la justicia que es “perpetua e inmortal”.

Salvando las distancias, nuestra época también necesita personas de esa sabiduría para acertar con lo más conveniente y justo para el hombre actual.

Si toda autoridad procede de Dios, las personas que ocupan un cargo, están para gobernar, dirigir, encauzar o ayudar a todo lo concerniente al bien común, ese conjunto de bienes espirituales y materiales que debe estar correctamente repartido. Tienen además, una gravísima responsabilidad de conocer, en primer lugar, la dignidad del hombre y su trascendencia, para que las leyes que se aprueben estén en consonancia con esa dignidad. Cito como ejemplo destacado la Ley del Aborto que no cumple los requisitos exigidos para ser una buena ley. El derecho a la vida es un grito de justicia que demostraría en sus gobernantes una  primera sabiduría.

La educación, la aplicación de la justicia, el apoyo a las familias, el derecho a trabajar, la libertad religiosa, los recursos sociales, etc. etc. son derechos indiscutibles para que un país alcance el listón de aprobado y puedan competir con los países que llegaron al sobresaliente.

Aunque la naturaleza humana, como creada por Dios, sabe detectar en general lo que es bueno y lo que es malo, muchas veces nos invade la duda, cuando no existe una formación adecuada,  para saber  donde está el equilibrio  entre lo justo y lo injusto.

El pueblo, por ejemplo, no entiende:
  • Las sentencias de algunos jueces en cuanto al terrorismo se refiere: ¿hay miedo? ¿presiones? ¿ánimo de lucro?
  • El cumplimiento de las disposiciones dictadas por los poderes públicos se demoran meses, años, ¿hay privilegios? ¿Por qué no se actúa con diligencia?
  • La corrupción desenfrenada es tratada con un suavísimo guante blanco. ¿No existen responsabilidades? ¿No se pueden retirar subvenciones? ¿Por qué no devuelven lo robado?
  • La marcada impunidad de los violentos en las calles, asombran a los pacíficos ciudadanos que contemplan con estupor los destrozos cometidos.
Pido a Dios conceda a nuestro Rey Felipe la sabiduría necesaria para saber hacer frente, con los medios de que dispone y según sus competencias, para influir, insistir, ayudar a resolver tantos problemas que acucian a los españoles que, mayoritariamente, hemos aplaudido su entrada como rey de todos los españoles porque confiamos en que ama la justicia y el bienestar de su pueblo.

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