Girona (Cataluña), 7 de agosto de 2014 / Cartas al Director / Jaume Catalán Díaz
La dura reacción con la que Israel había avisado se ha producido con creces. Es solo un ejemplo más de cómo la violencia genera otra violencia distinta y alimenta el círculo mortal del odio, la actual crisis Israel Palestina es un ejemplo. La solución no es sencilla, pero pasa por romper ese círculo que solo lleva a empeorar aún más la situación.
Cuando la luz de Dios se apaga, y la utilización de su nombre por los terroristas es un buen ejemplo de ello, se extingue también la dignidad humana. A pesar de las dificultades objetivas, no es momento para pensar en revanchas, sino para conjugar la denuncia clara y la prudencia. La condena del terrorismo y la oración para que sea Dios quien de verdad inspire a todos los pensamientos de compasión y de paz que tanto se necesitan.
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