Puerto de la Cruz (Tenerife), 30 de agosto de 2014 / Artículo de Opinión / Jesús Arvelo Hermida
Hace ya largo tiempo que el antiguo Hotel Taoro está en estado de abandono. Este hotel construido a finales del siglo XIX, que representa los inicios del turismo en Canarias y que arquitectónicamente es una joya, se va cayendo a cachos mientras no se sabe lo que hacer con él. Han salido múltiples ideas: su salida a concurso, la vuelta del casino, la utilización como lugar de congresos… pero estas ideas no terminan de encajar. Hace falta un proyecto más grande.
El Puerto de la Cruz es uno de los municipios más endeudados, y más allá de que sea legítima o no esta deuda, que no lo es desde luego, el que debe pagar el pato siempre es la base del pueblo. Esto es así porque se ha renunciado a que las administraciones obtengan ingresos con empresas, una forma más de crear empleo y costear los gastos e inversiones sociales.
Hasta los años 90 convivieron varias fuentes de ingresos para las arcas del Estado, los impuestos a empresas privadas, los impuestos a los ciudadanos y la obtención de beneficios por medio de empresas públicas. Sin embargo junto con la llegada al poder del dictador Pinochet en Chile, de Thatcher en Reino Unido y de Reagan en EE.UU, también llegaría la aplicación de una nueva ideología económica, conocida como neoliberalismo, el cual cree que el Estado no debe intervenir en la economía ni debe regular nada, pues “el mercado libremente se regula”. Bajo esta ideología, aplicada por primera vez en la dictadura chilena y luego extendida al centro del capitalismo mundial, se procedió a la privatización de la mayoría de las grandes empresas públicas, vendiéndolas a un precio muy por debajo de su precio real y perdiendo con ello los Estados unas importantes fuentes de ingresos que destinaban a la sociedad, y que ahora irían a parar a manos de unos pocos. Este proceso fue conocido como “la sobornización” en América Latina, pues la privatización iba acompañada a menudo de sobornos de los compradores. En el Estado Español fue el caso por ejemplo de Telefónica y Endesa, antes empresas públicas y ahora empresas privadas con millones de beneficios netos en plena crisis económica. ¿Qué ocurriría si esas empresas hubieran continuado siendo públicas y sus beneficios se destinaran a la sociedad? Pues que se generaría mucho más empleo y se podría garantizar mucho mejor el gasto público, justo lo contrario de lo que las nuevas recetas neoliberales están produciendo, en una crisis capitalista producida precisamente por la desregulación. Algunos países como Francia e Italia, entre otros, supieron resistir la oleada privatizadora y actualmente participan en grandes empresas mixtas o públicas, que les producen ingentes beneficios.
En este contexto, ¿qué ocurriría si en Canarias optáramos por crear una cadena hotelera pública? ¿O si nuestro municipio o cabildo participaran en un hotel público? Podría ser el caso del Hotel Taoro. Bien gestionado además de crear empleo estable tan necesario en estos tiempos, también generaría fondos públicos. Por primera vez el turismo podría dejar dinero real en Canarias y para los canarios, sin que se fugue directamente al exterior mediante cadenas hoteleras privadas internacionales. Porque si algo nos tenemos que preguntar los canarios y canarias es cómo es posible que después de 50 años generando tantos miles de millones de euros en un sector turístico tan rentable, siendo uno de los principales destinos turísticos mundiales, ese capital haya desaparecido y sigamos siendo la comunidad con la población más pobre del Estado, con los sueldos más bajos, mucho por debajo de la media con respecto a los de España, que con récords de ocupación turística batamos al mismo tiempo récords en tasa de paro. El problema es que Canarias no controlaba ni controla el motor de su economía, siendo los canarios la mano de obra de los inversores extranjeros y de una reducida capa empresarial local situada en otros sectores y segmentos económicos menos importantes y rentables.
Desde luego acabar con la situación descrita, comenzando a ser dueños y gestionar nuestra economía sería un futuro prometedor como pueblo, pero esto también requiere responsabilidad y estar dispuestos a llevarlo a cabo. Algo que los culpables de la situación actual, los que no saben o no quieren saber gestionar lo público para seguir con sus procesos de “sobornización” no están dispuestos a hacer. En cambio, Alternativa Nacionalista Canaria sí.
(*) ANC Puerto de la Cruz
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