Las Palmas de GC (Canarias), 6 de diciembre de 2014 / Artículo de Opinión / Francisco González Romero.
Ladrones metidos en política criminalizan cualquier acción en defensa de la justicia, acusan a quienes salvaguardamos cosas justas, tratando de hacernos sentir delincuentes, culpables de delitos tan graves como los que ellos cometen cada día desde sus corruptas poltronas.
Exigir mejoras sociales, estar en contra de que la policía expulse de las calles a las personas sin techo, que familias enteras no sean desahuciadas de sus viviendas por la mafia político-bancaria, luchar por un trabajo digno, por derechos sociales conseguidos en los últimos cien años es para esta gentuza un crimen horrendo.
Por eso nos persiguen, nos amenazan con despidos, con dejarnos sin nada, sin dinero, sin casa, sin futuro, condenando a nuestras/os hijas/os a la miseria y el hambre.
Este es el estilo de esta banda de sinvergüenzas: acusarte, maniatarte al terror, enfermarte, conducirte al suicidio, a una desesperación que sufren, sufrimos, millones de personas en todo el territorio donde gobierna la mafia.
Siempre he pensado que como mis padres soy una persona extremadamente honrada, consciente, solidaria, como la inmensa mayoría somos incapaces de delinquir, apostamos por una vida mejor, por un futuro de igualdad, derechos civiles, verdadera democracia y libertad.
Los delincuentes son ellos, los que saquean el patrimonio público, los que roban el dinero de la sanidad y la educación pública, los que cobran en sobres y se enriquecen con el empobrecimiento del pueblo, generando hambre infantil, desempleo masivo, doscientas mil muertes de personas dependientes en menos de un año por falta de ayudas y atención sanitaria.
Ellos son los malhechores, los forajidos, los salteadores, la gentuza que nos da lecciones de democracia en el día de su particular Constitución, la que los ha hecho multimillonarios robando, saqueando, pisoteando los derechos sociales, condenando a la ciudadanía a un futuro de hambre, barbarie y miseria.
No les tengo miedo, no les tememos, hagan lo que hagan, nos persigan como nos persigan, aunque nos condenen, nos encarcelen, nos asesinen con recortes, criminalizaciones y amenazas, tenemos medios para confrontarlos, denunciarlos, para que el mundo se entere de su vergonzosa calaña.
El miedo lo llevan ellos en su piel, les atraganta sus gargantas, temen perderlo todo, lo que han robado en años de delincuencia de guante blanco, su asqueroso nivel de vida a costa del dolor y el empobrecimiento de millones de seres humanos.
Ladrones metidos en política criminalizan cualquier acción en defensa de la justicia, acusan a quienes salvaguardamos cosas justas, tratando de hacernos sentir delincuentes, culpables de delitos tan graves como los que ellos cometen cada día desde sus corruptas poltronas.
Exigir mejoras sociales, estar en contra de que la policía expulse de las calles a las personas sin techo, que familias enteras no sean desahuciadas de sus viviendas por la mafia político-bancaria, luchar por un trabajo digno, por derechos sociales conseguidos en los últimos cien años es para esta gentuza un crimen horrendo.
Por eso nos persiguen, nos amenazan con despidos, con dejarnos sin nada, sin dinero, sin casa, sin futuro, condenando a nuestras/os hijas/os a la miseria y el hambre.
Este es el estilo de esta banda de sinvergüenzas: acusarte, maniatarte al terror, enfermarte, conducirte al suicidio, a una desesperación que sufren, sufrimos, millones de personas en todo el territorio donde gobierna la mafia.
Siempre he pensado que como mis padres soy una persona extremadamente honrada, consciente, solidaria, como la inmensa mayoría somos incapaces de delinquir, apostamos por una vida mejor, por un futuro de igualdad, derechos civiles, verdadera democracia y libertad.
Los delincuentes son ellos, los que saquean el patrimonio público, los que roban el dinero de la sanidad y la educación pública, los que cobran en sobres y se enriquecen con el empobrecimiento del pueblo, generando hambre infantil, desempleo masivo, doscientas mil muertes de personas dependientes en menos de un año por falta de ayudas y atención sanitaria.
Ellos son los malhechores, los forajidos, los salteadores, la gentuza que nos da lecciones de democracia en el día de su particular Constitución, la que los ha hecho multimillonarios robando, saqueando, pisoteando los derechos sociales, condenando a la ciudadanía a un futuro de hambre, barbarie y miseria.
No les tengo miedo, no les tememos, hagan lo que hagan, nos persigan como nos persigan, aunque nos condenen, nos encarcelen, nos asesinen con recortes, criminalizaciones y amenazas, tenemos medios para confrontarlos, denunciarlos, para que el mundo se entere de su vergonzosa calaña.
El miedo lo llevan ellos en su piel, les atraganta sus gargantas, temen perderlo todo, lo que han robado en años de delincuencia de guante blanco, su asqueroso nivel de vida a costa del dolor y el empobrecimiento de millones de seres humanos.
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