Girona (Cataluña), 06 de marzo de 2015 / Cartas al Director / Enric Barrull Casals
Francisco inauguró un busto en honor de su Predecesor. Este busto de Benedicto XVI evoca a los ojos de todos la persona y el rostro del querido Papa Ratzinger. Evoca también su alma: sus enseñanzas, sus ejemplos, sus obras, su devoción a la Iglesia y su actual vida ‘monástica’. Espíritu que lejos de quebrantarse con el pasar del tiempo, parecerá de generación en generación, ¡cada vez más grande y poderoso! ¡Benedicto XVI: un gran Papa! Grande por la fuerza y profundidad de su inteligencia, por su relevante contribución a la teología, grande por su amor a la Iglesia y a los seres humanos, grande por su virtud y su religiosidad.
Como saben bien, su amor a la verdad no se limita a la teología y a la filosofía, sino que se abre a las ciencias. Su amor a la ciencia se vuelca en su solicitud para con los científicos, sin distinción de raza, nacionalidad, civilización, religión; solicitud para con la Academia, desde cuando San Juan Pablo II lo nombró miembro de la misma.
Me parece una ocasión excelente la inauguración de dicho busto al cumplirse el segundo año de su renuncia.
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