Sant Feliu de Guíxols (Girona), 23 de junio de 2015 / Cartas al Director / Pedro García
Es un hecho y nadie lo ha puesto en duda que los populares recibieron un batacazo en las elecciones del 24 M. Pero no lo es en absoluto el resultado del POSE jaleado como una apabullante victoria. Con un sencillo escrutinio, esta queda reducida a lo que es: pérdida real de votos con respecto al que ya fue un pésimo resultado en 2011 y pérdida en el campo de la izquierda de su hegemonía a manos de Podemos e islas adyacentes. En este sentido, no tienen en verdad y, excepto en Andalucía y por los casos de Córdoba y Sevilla, nada de que alegrase. Bien al contrario, quedan sometidos a un papel de triste comparsa, y para colofón ahí está la culminación del carnaval de Cádiz. Esta ciudad es la guinda del pastel que, con Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, La Coruña, Pamplona, Santiago, Badalona y hasta Zamora, se come y disfruta la izquierda radical, la extrema izquierda con separatistas y secesionistas de los más variados pelajes mediterráneos o atlánticos, y donde el PSOE hace de Carmona, que ya habrá que patentar como fórmula de resultar apaleado y unirse alborozado a la fiesta de quienes le han dado la tunda.
Pierde el PP, pero el PSOE hace algo peor que no ganar, es convertirse en entusiasta adherente de esos monaguillos de Maduro, en definición de quien para el conjunto de los españoles siguen siendo hoy el referente socialista más respetado, Felipe González. Unos monaguillos que lo que pretenden es ponerse la casulla de líderes de la izquierda y quedarse con la iglesia y el curato.
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