Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 30 de junio de 2015 /Artículo de Opinión /Juan Carlos Cárdenes (*). ASSOPRESS
El Parkinson cada día se manifiesta a edades más tempranas, en mi caso fue hace unos siete años, cuando tenía 53, enfermedad conocida antiguamente como Baile de San Vito para la gente común y como Parálisis Agitante para los médicos.
En mi caso se presentó con síntomas de lentitud y frecuentes olvidos o lagunas de memoria. En un inicio, al encontrarme con una señora amiga de la familia, me dice algo sorprendente: no se lo digas a nadie y te pones la mano en el bolsillo para que no se te note. Para empezar el Parkinson no es ninguna enfermedad infamante, es una enfermedad de tipo neuronal y se espera que sea la primera enfermedad de esta naturaleza en tener cura, de hecho ya es operable y los tratamientos son muy efectivos.
El primer medicamento es la aceptación de la enfermedad por la persona, en mi caso pensé que Mr. Parkinson me vino a visitar se encontró a gusto y se quedó a vivir conmigo. En esta enfermedad no todo son inconvenientes, somos unos fenómenos revolviendo el café con leche. Además el bastón es muy elegante y lo acompasamos bien con la pierna contraria cuando no nos damos cuenta y cuando lo hacemos perdemos el paso y volvemos a empezar, como los soldados desfilando con la ventaja de no nos arrestan.
Los ingleses al encontrarse hablan del tiempo como forma de romper el hielo e iniciar una conversación, en nuestro caso el pretexto de la conversación es frecuentemente el Parkinson. Es una enfermedad de cuatro tiempos, como los motores Perkins, digo, que tiene cuatro grados, siendo el cuarto el más grave. Se agrava con los años, el organismo se habitúa al medicamento, llamado levodopa, y es necesario elevar las dosis. Hay que tomárselo con calma. Las prisas se acaban cuando llega el Parkinson, ahora las prisas se llaman stress que está más acorde con los tiempos.
Espero haber servido de ayuda a otras personas con la misma limitación y a sus familiares, frecuentemente veo que es la otra persona la que se siente incómoda frente al parkinsoniano, es cuestión de acostumbrarse, no duele y no es infectocontagiosa, término que queda muy bien por ser largo y rimbombante.
Si nos tocó en la lotería de la vida es para aprender a aceptarla.
Saludos a todos los parkinsonianos y allegados.
(*) Licenciado en Derecho, MBA y Master Interncional de Turismo
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