Esa foto
Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 05 de septiembre de 2015 / Articulo de Opinión / Salvador Suárez Martín
Una imagen vale más que mil palabras, o quizá es la gota que colma el vaso, lo cierto es que la foto de Alylan Kurdi ha despertado conciencias pero también un debate de personas que prefieren no afrontar imágenes de este tipo.
Algunas manos en la cabeza claman contra la dureza de las imágenes y la duda de si es ético mostrar estas imágenes planea por otras, incluso la duda podría surgir sobre si de tanto mostrar imágenes como estas, se corre el peligro de acabar insensibilizándose ante la tragedia. Mi abuela decía que no había nada seguro menos la muerte, pero es casi seguro que esta imagen, dura o no, ha servido para abrir muchas miradas. Alylan no es el primer niño, ni será desgraciadamente el último, que muera por la unión de la barbarie de unos y el egoísmo de otros, pero se ha convertido en un símbolo de lo que muchos quieren ocultarse a ellos mismos. Con foto o sin foto la tragedia ha ocurrido, pero gracias a la prensa y a esa foto, no ha pasado desapercibida.
La cultura occidental se alimenta cada día más de esconder lo que es incómodo y en este caso las quejas ante esta imagen en los medios es un símbolo también de este vicio. Somos una sociedad que prefiere ocultar lo desagradable a afrontarlo, es preferible soterrar las basuras a solucionar los problemas; mejor esconder a los sin techo que buscar alternativas a su situación; usar eufemismos para no llamar las cosas por su nombre; fingir cordialidad y no afrontar las diferencias; contentarnos porque podemos mejorarlo todo con el photoshop y, en este caso, esconder los dramas antes que asumir que ocurren o incluso, que son también nuestra responsabilidad. Alimentamos una sociedad donde se premia y se busca esconder o negar los problemas antes que solucionarlos, afrontarlos o reconocerlos. La sociedad del maquillaje, de lo políticamente correcto, aunque distinguir qué es lo correcto a veces es complicado.
En definitiva esta imagen nos recuerda que llenando las noticias de exclusivas deportivas o la televisión de entretenimiento fácil, no solucionamos nada. Las adversidades hay que mirarlas de frente, oírlas, afrontarlas, para poder solventarlas. Aun así, es bien cierto que no podemos convertir la exposición de estas imágenes en una rutina, porque llegaría el momento en que no afectarían a nadie y también que es necesario apartar un rato la mente de los problemas, pero no podemos convertir los medios y la sociedad en una mascarada continua. Esta imagen nos debería hacer pensar que no sólo existe la crisis en Europa, sino que es necesario trabajar para construir un mundo más justo porque la injusticia no descansa ni va a desaparecer porque no la veamos, incluso hasta llegar el momento de acabar con esa misma sociedad que quiere negar sus defectos. Hay que empezar a dejar los parches y las negaciones a un lado y como primer paso para mejorar, mirar la dura y cruda realidad. Si queremos no ver más fotos en la prensa de niños muertos deberíamos preocuparnos más de que las personas no tuvieran que arriesgar sus vidas de esa dramática manera y menos de qué foto es agradable o no ver en la prensa.
Ante la duda, y aunque algunos hubieran deseado pixelar a Alylan con Photoshop, es evidente que deben publicarse fotos así, porque debe ser noticia, y debe dolernos que estas cosas pasen. Lo preocupante sería que no doliera o no impactara. Lo preocupante es que prefiramos no verlo para no pensar que podría ser nuestro hijo quien estuviera tirado en esa la playa. Y afortunadamente ha dolido. Ni la sociedad ni el periodismo debemos mirar hacía otra orilla.
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