Girona (Cataluña - España), 25 de septiembre de 2015 / Cartas al Director / Enric Barrull Casals
La santidad de la familia estuvo muy presente entre los primeros cristianos y en la doctrina de los Padres, aunque se fue desdibujando con el tiempo, hasta la reafirmación doctrinal de Concilio Vaticano II. Baste una cita de un sermón de san Agustín: “En el huerto del Señor no sólo están las rosas de los mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las violetas de las viudas”.
El pasado 25 de marzo, al presentar la oración por el próximo sínodo, incluida en una estampa que se difundió entre los asistentes a la audiencia en la plaza de san Pedro, el papa Francisco pedía por favor que no dejaran de rezarla todos, no sólo obispos y sacerdotes: "todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. ¡Esto es lo que necesitamos y no chismes! Invito a rezar también a los que se sienten distantes, o ya no están acostumbrado a hacerlo".
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