Las Palmas de Gran Canarias (Canarias), 2 de octubre de 2015 /Artículo de Opinión / César Vidal (*) - ASSOPRESS
Que se vayan y se lleven el más del treinta por ciento del déficit de las Comunidades autónomas que se apropia en exclusiva Cataluña.
Que se vayan y se lleven su inmersión lingüística que priva a los estudiantes de aprender en la lengua más importante del planeta sólo por detrás del inglés para chapurrear un dialecto del provenzal codificado sobre el redialecto barceloní.
Que se vayan y se lleven a tanto sujeto que transmite sus consignas en las tertulias de Madrid siempre perdonando la vida a los demás.
Que se vayan y se lleven sus deudas, esas deudas que les impiden pagar las farmacias y que, al final, pagamos los demás.
Que se vayan y se olviden de manipular los premios para que siempre los “periféricos” acaben dando los galardones españoles a un catalán o, en su defecto, a un vasco o un gallego aunque no los haya leído nadie o no los conozca ni las madre que los trujo.
Que se vayan y se lleven a sus obispos que ya han dicho que favorecen la independencia de España y han vuelto a mostrar que la Santa Sede no desea una nación de ciudadanos libres e iguales que pueda cuestionar sus privilegios, sino una nación debilitada por sus divisiones internas donde pueda seguir disfrutando de prebendas sin justificación alguna.
Federico no va a volver a COPE por eso, pero, a lo mejor, alienta la ilusión por unas horas.
Que se vayan y se coloquen a la cola para entrar en la Unión Europea porque, fuera de España, son menos importantes que Kosovo que – al menos – servía a Occidente para echar un pulso a Rusia.
Que se vayan y así nos libraremos de mantener sus embajadas en el extranjero, carísimo refugio de paniaguados que dedican las 24 horas del día a arrastrar el nombre de España por el fango pagados con el dinero que sale de los bolsillos de los españoles.
Que se vayan y nos libraremos de escuchar la manera en que maltratan el español cada vez que abren la boca.
Que se vayan y nos libraremos de tener que mantener a sus intérpretes y traductores en multitud de instituciones porque ni los necesitamos ni nos podemos permitir seguir costeándolos.
Que se vayan y dejen de aburrirnos las veinticuatro horas del día con sus falsificaciones de la Historia y sus complejos más dignos de un psiquiatra que de un parlamento.
Que se vayan y nos libraremos de una oligarquía que ha explotado al resto de España durante siglos obligándola a someterse a unas normas que perjudicaban al conjunto de la nación, pero los beneficiaban a ellos injusta y descaradamente.
Que se vayan y ETA – la que pactó con el nacionalismo catalán que no mataría en esa región - perderá unos de sus argumentos para seguir existiendo.
Que se vayan y tanto la izquierda como la derecha españolas se librarán del contagio de una peste ideológica que lleva contaminándolos años.
Que se vayan y, por fin, en Valencia y Baleares se hablará valenciano y balear y no catalán.
Que se vayan y los que quieran venirse al resto de España, que se vengan. Total ya hemos recibido más de doscientas mil personas que han huido de la limpieza étnica light que el nacionalismo catalán – como el vasco - lleva practicando desde que llegó al poder hace décadas. (NOTA al pie: sería de desear que entre los huidos no estuvieran más hijos de Pujol nada deseosos de pagar impuestos en eso que llaman nación y que en no escasa medida es creación de su padre).
Que se vayan y nos libraremos que tener que hablar de ellos de los que nadie habla, opinar sobre ellos sobre los que nadie opina y escucharlos a ellos a los que nadie escucha.
Que se vayan y que se vayan cuanto antes. Mejor este año que el que viene, este mes que el siguiente, hoy que mañana.
Nadie los echará de menos. Ni un solo minuto. Todo lo contrario. Nos hincaremos de hinojos en el suelo y daremos las gracias al Altísimo por habernos librado de tanto chulo insoportable, de tanto cateto intolerable, de tanto paleto intragable y de tanto depredador que no ha parado de vaciarnos los bolsillos desde hace mucho, demasiado tiempo.
Que se vayan y se lleven el más del treinta por ciento del déficit de las Comunidades autónomas que se apropia en exclusiva Cataluña.
Que se vayan y se lleven su inmersión lingüística que priva a los estudiantes de aprender en la lengua más importante del planeta sólo por detrás del inglés para chapurrear un dialecto del provenzal codificado sobre el redialecto barceloní.
Que se vayan y se lleven a tanto sujeto que transmite sus consignas en las tertulias de Madrid siempre perdonando la vida a los demás.
Que se vayan y se lleven sus deudas, esas deudas que les impiden pagar las farmacias y que, al final, pagamos los demás.
Que se vayan y se olviden de manipular los premios para que siempre los “periféricos” acaben dando los galardones españoles a un catalán o, en su defecto, a un vasco o un gallego aunque no los haya leído nadie o no los conozca ni las madre que los trujo.
Que se vayan y se lleven a sus obispos que ya han dicho que favorecen la independencia de España y han vuelto a mostrar que la Santa Sede no desea una nación de ciudadanos libres e iguales que pueda cuestionar sus privilegios, sino una nación debilitada por sus divisiones internas donde pueda seguir disfrutando de prebendas sin justificación alguna.
Federico no va a volver a COPE por eso, pero, a lo mejor, alienta la ilusión por unas horas.
Que se vayan y se coloquen a la cola para entrar en la Unión Europea porque, fuera de España, son menos importantes que Kosovo que – al menos – servía a Occidente para echar un pulso a Rusia.
Que se vayan y así nos libraremos de mantener sus embajadas en el extranjero, carísimo refugio de paniaguados que dedican las 24 horas del día a arrastrar el nombre de España por el fango pagados con el dinero que sale de los bolsillos de los españoles.
Que se vayan y nos libraremos de escuchar la manera en que maltratan el español cada vez que abren la boca.
Que se vayan y nos libraremos de tener que mantener a sus intérpretes y traductores en multitud de instituciones porque ni los necesitamos ni nos podemos permitir seguir costeándolos.
Que se vayan y dejen de aburrirnos las veinticuatro horas del día con sus falsificaciones de la Historia y sus complejos más dignos de un psiquiatra que de un parlamento.
Que se vayan y nos libraremos de una oligarquía que ha explotado al resto de España durante siglos obligándola a someterse a unas normas que perjudicaban al conjunto de la nación, pero los beneficiaban a ellos injusta y descaradamente.
Que se vayan y ETA – la que pactó con el nacionalismo catalán que no mataría en esa región - perderá unos de sus argumentos para seguir existiendo.
Que se vayan y tanto la izquierda como la derecha españolas se librarán del contagio de una peste ideológica que lleva contaminándolos años.
Que se vayan y, por fin, en Valencia y Baleares se hablará valenciano y balear y no catalán.
Que se vayan y los que quieran venirse al resto de España, que se vengan. Total ya hemos recibido más de doscientas mil personas que han huido de la limpieza étnica light que el nacionalismo catalán – como el vasco - lleva practicando desde que llegó al poder hace décadas. (NOTA al pie: sería de desear que entre los huidos no estuvieran más hijos de Pujol nada deseosos de pagar impuestos en eso que llaman nación y que en no escasa medida es creación de su padre).
Que se vayan y nos libraremos que tener que hablar de ellos de los que nadie habla, opinar sobre ellos sobre los que nadie opina y escucharlos a ellos a los que nadie escucha.
Que se vayan y que se vayan cuanto antes. Mejor este año que el que viene, este mes que el siguiente, hoy que mañana.
Nadie los echará de menos. Ni un solo minuto. Todo lo contrario. Nos hincaremos de hinojos en el suelo y daremos las gracias al Altísimo por habernos librado de tanto chulo insoportable, de tanto cateto intolerable, de tanto paleto intragable y de tanto depredador que no ha parado de vaciarnos los bolsillos desde hace mucho, demasiado tiempo.
(*) Cesar Vidal Manzanares
Abogado, historiador, escritor y periodista
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