Girona (Cataluña - España), 26 de noviembre de 2015 / Cartas al Director / Pedro J. Piqueras Ibáñez
Ante la gravísima profanación de la Eucaristía que, auspiciada por el Ayuntamiento de Pamplona, se ha producido en esta ciudad, además de condenarla enérgicamente, me parece conveniente una reflexión. Allí donde hay odio y ofensa los católicos debemos responder con el amor y el perdón, que son compatibles con la denuncia de unos hechos tan graves. No obstante cabe recordar que la libertad de expresión tiene límites. Están claramente señalados en el artículo 20 de la Constitución. Además, en el artículo 510 del Código Penal se recoge el delito contra los sentimientos religiosos. Sólo por eso, resulta increíble que la mayoría de los grupos en el Ayuntamiento de Pamplona se haya posicionado a favor de la exposición blasfema. Pero es que hay además poderosas razones morales. Esta bufonada está muy lejos de ser artística.
El verdadero arte eleva el espíritu, nos hace mejores. No hay más que ver lo que nos llega de la exposición y escuchar a su autor para entender que esta grosería es otra cosa, a la que conviene dar la menor publicidad posible.
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