Girona (Cataluña - España), 01 de enero de 2016 / Cartas al Director / Jesús D Mez Madrid
La experiencia catalana, sin ser del todo nueva, tiene interés porque revela aspectos importantes de la cuestión humana. De manera progresiva y constante, una determinada visión de la persona, la vida, y la sociedad, se queda sin representantes políticos sólidos. En Catalunya, las diferencias entre ERC y CDC ya se limitaban solo a pequeños aspectos de la escuela, precisamente los que ahora desaparecen, la diferenciada. La concepción de la familia, el matrimonio, la vida humana y los derechos del no nacido, la libertad de los padres a elegir centro, la gratuidad de la enseñanza sin considerar el ideario del centro, es decir la libertad de enseñanza, la presencia de la religión en la vida pública, entre otras cuestiones, viven en la más pura miseria representativa en las instituciones políticas, y además la tendencia es ir a menos. Al mismo tiempo, la ideología de género y el laicismo de la exclusión religiosa y cultural, y el materialismo más rampante, dominan el escenario público en Cataluña. Es lo que queda de Convergencia, casi nada de lo que representaba con Unión.
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