Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 26 de enero de 2016 / Artículo de Opinión / Fernando Báez (Sacerdote).
... iban a poner en el Puerto (esta es la idea, sin más precisión, pues voy a lo mío [lo nuestro]), y ello con el visto bueno del cabildo, según me parece; pero, que el Sr. Presidente de la Institución, ha dado marcha atrás, ha reculado, y desiste de esa decisión primera.
Esto, me da un aire de esperanza, por si de manera análoga o parecida, aplica esa misma resolución en torno a las cabras, que aún, pesando sobre ellas esa asesina y criminal decisión de matarlas -acto irreflexivo y demente donde los hayan- haya un giro o cambio de tal acuerdo. Y, si hay un precedente y retroceden, cabe esperar hagan otro tanto con las cabras, y las libren de esa sentencia de muerte, que va a acabar o exterminar las mejores cabras del mundo, las mismas que son solicitadas desde África, América, Europa, etc., por países y continentes, y nosotros -ellos (los del cabildo)- las matan impunemente, cuando nadie puede hacer lo que ellos hacen, sin ser multados, sancionados y hasta recluidos en prisión, por hacer -repito- lo que hacen ellos: matan, dejan sufriendo, maltratan, no las creman, atentan contra inocentes senderistas o corredores con los que pueden ser confundidos, etc., etc. Toda una legislación, en torno a los animales, y ellos se la salta, y no cumplen, cuando debieran ser los primeros en dar ejemplo.
El Padre Báez, que si quieren matar animales, se ocupen de limpiar la tierra de ratas y culebras o serpientes, pero no a las que entraron con los guanches (cannarii), y paralelas han andado siglos iguales con nosotros, que las hemos tenido hasta en las azoteas de las casas, y han alimentado con su leche, beletén, suero, mantequilla, queso, carne, etc., a todos sin excepción, incluso a los que las matan (salvo que no sean de esta tierra). ¡Y hasta nuestro vestido, ropa de cama y mortaja fueron!
“... tienen sus ojos fijos en las cabras... las desprecian, orgullosos las desprecian...” (salmo 123).
... iban a poner en el Puerto (esta es la idea, sin más precisión, pues voy a lo mío [lo nuestro]), y ello con el visto bueno del cabildo, según me parece; pero, que el Sr. Presidente de la Institución, ha dado marcha atrás, ha reculado, y desiste de esa decisión primera.
Esto, me da un aire de esperanza, por si de manera análoga o parecida, aplica esa misma resolución en torno a las cabras, que aún, pesando sobre ellas esa asesina y criminal decisión de matarlas -acto irreflexivo y demente donde los hayan- haya un giro o cambio de tal acuerdo. Y, si hay un precedente y retroceden, cabe esperar hagan otro tanto con las cabras, y las libren de esa sentencia de muerte, que va a acabar o exterminar las mejores cabras del mundo, las mismas que son solicitadas desde África, América, Europa, etc., por países y continentes, y nosotros -ellos (los del cabildo)- las matan impunemente, cuando nadie puede hacer lo que ellos hacen, sin ser multados, sancionados y hasta recluidos en prisión, por hacer -repito- lo que hacen ellos: matan, dejan sufriendo, maltratan, no las creman, atentan contra inocentes senderistas o corredores con los que pueden ser confundidos, etc., etc. Toda una legislación, en torno a los animales, y ellos se la salta, y no cumplen, cuando debieran ser los primeros en dar ejemplo.
El Padre Báez, que si quieren matar animales, se ocupen de limpiar la tierra de ratas y culebras o serpientes, pero no a las que entraron con los guanches (cannarii), y paralelas han andado siglos iguales con nosotros, que las hemos tenido hasta en las azoteas de las casas, y han alimentado con su leche, beletén, suero, mantequilla, queso, carne, etc., a todos sin excepción, incluso a los que las matan (salvo que no sean de esta tierra). ¡Y hasta nuestro vestido, ropa de cama y mortaja fueron!
“... tienen sus ojos fijos en las cabras... las desprecian, orgullosos las desprecian...” (salmo 123).
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