Girona (Cataluña - España), 27 de febrero de 2016 / Cartas al Director / Enric Barrull Casals
De estos dos principios fundamentales, las obras se extienden a todas las dimensiones de la persona y que el amor a Dios requiere inseparablemente el amor al prójimo, se derivan multitud de consecuencias para la vida diaria del creyente. Sus creencias le "obligan" e impulsan a ser un ciudadano ejemplar en todas sus obligaciones.
La persona que parte de estos principios básicos sabe que vivir de cara a Dios implica cumplir bien sus deberes familiares, profesionales, etc., que son una parte importantísima de lo que Dios espera de él. Este es sin duda un motivo fuerte con el que cuenta el cristiano para dar a su vida un sentido de servicio a los demás.
Indudablemente este empeño tiene que llevar consigo actuar con rectitud de intención, buscando sinceramente la verdad y el bien de todos, sin dejarse llevar de intereses menos nobles, sin ceder a presiones que tal vez podrían reportarle beneficios materiales pero que si es a costa de lesionar la justicia, derechos de terceros u otros principios morales no le interesarán.
Por eso el cristiano debe esmerarse en ser un profesional responsable, trabajador, competente, honrado, sincero; amable y servicial; comprensivo con los defectos ajenos; capaz de perdonar y de pedir perdón. No debe caer en murmuraciones; debe tener la nobleza, con prudencia y oportunidad, de hablar con las personas para ayudarles a mejorar o corregir lo que convenga, pero nunca hablar mal a las espaldas.
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