Aún recuerdo, durante mi estancia en Nueva York, cuando visité sobrecogido El Memorial y el Museo dedicado a las víctimas de los atentados del 11-S, que perecieron al derrumbarse las Torres Gemelas del World Trade Center, al sur de Manhattan.
Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 11 de septiembre de 2016 / Artículo de Opinión / José Antonio Cabrera Martínez (*)
Los atentados del 11 de septiembre de 2001, fueron una serie de atentados terroristas suicidas cometidos aquel día, en los Estados Unidos por miembros de la red yihadista Al Qaeda, mediante el secuestro de aviones de línea para ser impactados contra varios objetivos, causando la muerte a cerca de 3000 personas, produciendo más de 6000 heridos, así como la destrucción del entorno del World Trade Center en Nueva York y graves daños en el Pentágono, en el Estado de Virginia, siendo el episodio que precedería a la guerra de Afganistán y a la adopción por el Gobierno estadounidense y sus aliados de la política denominada Guerra contra el terrorismo.
Los atentados fueron cometidos por diecinueve miembros de la red yihadista Al-Qaeda,1, divididos en cuatro grupos de secuestradores, cada uno de ellos con un terrorista piloto que se encargaría de pilotar el avión, una vez ya reducida la tripulación de la cabina. Los aviones de los vuelos 11 de American Airlines y 175 de United Airlines fueron los primeros en ser secuestrados, siendo ambos estrellados contra las dos torres gemelas del World Trade Center, el primero contra la torre Norte y el segundo poco después contra la Sur, provocando que ambos rascacielos se derrumbaran en las dos horas siguientes.
El tercer avión secuestrado pertenecía al vuelo 77 de American Airlines y fue empleado para ser impactado contra una de las fachadas del Pentágono, en Virginia. El cuarto avión, perteneciente al vuelo 93 de United Airlines, no alcanzó ningún objetivo al resultar estrellado en campo abierto, cerca de Shanksville, en Pensilvania, tras perder el control en cabina como consecuencia del enfrentamiento de los pasajeros y tripulantes con el comando terrorista. Tendría como eventual objetivo el Capitolio de los Estados Unidos, ubicado en la ciudad de Washington.
Perecieron exactamente 2992 personas, incluyendo 246 muertos en los cuatro aviones estrellados (ninguno de los ocupantes de los aviones secuestrados sobrevivió), 2602 en Nueva York, muertos tanto dentro de las torres gemelas como en la base de las mismas, y 125 muertos dentro del edificio del Pentágono. Entre las víctimas se contaban 343 bomberos del departamento de bomberos de Nueva York, 23 policías del departamento de policía de la ciudad y 37 policías de la autoridad portuaria de Nueva York y Nueva Jersey. A fecha de hoy, aún permanecen 24 personas más entre la lista de desaparecidos.
A destacar que, 247 hispa nos estuvieron entre los muertos del atentado terrorista, representando un 9% del total. De estos, 25 eran nacionales de la República Dominicana, 18 de Colombia, 13 de Ecuador, 6 de Cuba, 4 de Argentina,2 de Venezuela y 1 de Chile.También, se citan 15 muertos de México, así como otros de El Salvador, Honduras, Jamaica,Perú, Paraguay, Uruguay y Guyana.
Los atentados, que fueron condenados inmediatamente como "horrendos ataques terroristas", por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,y se caracterizaron por el empleo de aviones comerciales como auténticas "bombas volantes", provocando una reacción de temor generalizado en todo el mundo y particularmente en los países occidentales, que alteró desde entonces las políticas internacionales de seguridad aérea.
Fuera del recogimiento del Memorial, pude comprobar que, el sur de Manhattan, es en la actualidad, un lugar alegre y bullicioso, como toda "La Gran Manzana", y luce la "One World Trade Center", el rascacielos más alto de Occidente, con sus 541 metros de altura y marcando 104 plantas, una nueva y orgullosa Torre, que llaman "La Torre de La Libertad", libertad, que como dijo su Alcalde Bill de Blasio, a la que los neoyorquinos no renunciarán nunca.
Yo tampoco olvido. Prometo volver algún día.
(*) Periodista. Escritor. Editor.
Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 11 de septiembre de 2016 / Artículo de Opinión / José Antonio Cabrera Martínez (*)
Los atentados del 11 de septiembre de 2001, fueron una serie de atentados terroristas suicidas cometidos aquel día, en los Estados Unidos por miembros de la red yihadista Al Qaeda, mediante el secuestro de aviones de línea para ser impactados contra varios objetivos, causando la muerte a cerca de 3000 personas, produciendo más de 6000 heridos, así como la destrucción del entorno del World Trade Center en Nueva York y graves daños en el Pentágono, en el Estado de Virginia, siendo el episodio que precedería a la guerra de Afganistán y a la adopción por el Gobierno estadounidense y sus aliados de la política denominada Guerra contra el terrorismo.
Los atentados fueron cometidos por diecinueve miembros de la red yihadista Al-Qaeda,1, divididos en cuatro grupos de secuestradores, cada uno de ellos con un terrorista piloto que se encargaría de pilotar el avión, una vez ya reducida la tripulación de la cabina. Los aviones de los vuelos 11 de American Airlines y 175 de United Airlines fueron los primeros en ser secuestrados, siendo ambos estrellados contra las dos torres gemelas del World Trade Center, el primero contra la torre Norte y el segundo poco después contra la Sur, provocando que ambos rascacielos se derrumbaran en las dos horas siguientes.
El tercer avión secuestrado pertenecía al vuelo 77 de American Airlines y fue empleado para ser impactado contra una de las fachadas del Pentágono, en Virginia. El cuarto avión, perteneciente al vuelo 93 de United Airlines, no alcanzó ningún objetivo al resultar estrellado en campo abierto, cerca de Shanksville, en Pensilvania, tras perder el control en cabina como consecuencia del enfrentamiento de los pasajeros y tripulantes con el comando terrorista. Tendría como eventual objetivo el Capitolio de los Estados Unidos, ubicado en la ciudad de Washington.
Perecieron exactamente 2992 personas, incluyendo 246 muertos en los cuatro aviones estrellados (ninguno de los ocupantes de los aviones secuestrados sobrevivió), 2602 en Nueva York, muertos tanto dentro de las torres gemelas como en la base de las mismas, y 125 muertos dentro del edificio del Pentágono. Entre las víctimas se contaban 343 bomberos del departamento de bomberos de Nueva York, 23 policías del departamento de policía de la ciudad y 37 policías de la autoridad portuaria de Nueva York y Nueva Jersey. A fecha de hoy, aún permanecen 24 personas más entre la lista de desaparecidos.
A destacar que, 247 hispa nos estuvieron entre los muertos del atentado terrorista, representando un 9% del total. De estos, 25 eran nacionales de la República Dominicana, 18 de Colombia, 13 de Ecuador, 6 de Cuba, 4 de Argentina,2 de Venezuela y 1 de Chile.También, se citan 15 muertos de México, así como otros de El Salvador, Honduras, Jamaica,Perú, Paraguay, Uruguay y Guyana.
Los atentados, que fueron condenados inmediatamente como "horrendos ataques terroristas", por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,y se caracterizaron por el empleo de aviones comerciales como auténticas "bombas volantes", provocando una reacción de temor generalizado en todo el mundo y particularmente en los países occidentales, que alteró desde entonces las políticas internacionales de seguridad aérea.
Fuera del recogimiento del Memorial, pude comprobar que, el sur de Manhattan, es en la actualidad, un lugar alegre y bullicioso, como toda "La Gran Manzana", y luce la "One World Trade Center", el rascacielos más alto de Occidente, con sus 541 metros de altura y marcando 104 plantas, una nueva y orgullosa Torre, que llaman "La Torre de La Libertad", libertad, que como dijo su Alcalde Bill de Blasio, a la que los neoyorquinos no renunciarán nunca.
Yo tampoco olvido. Prometo volver algún día.
(*) Periodista. Escritor. Editor.
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