Málaga (Andalucía), 11 de Septiembre de 2017 / Artículo de Opinión / José Vicente Cobo De la publicación: “Mucha, mucha vida”
Aceptar la edad significa no volverse viejo. Pues quien en la juventud y en la mitad de su vida reflexiona conscientemente sobre los valores más elevados de la vida, aspirando también a ellos, en la vejez seguirá siendo dinámico y juvenil. El ser humano es al fin y al cabo un cuerpo de pensamientos, lo que significa que en aquello que piensa usted una y otra vez, en eso se convertirá.
El volverse viejo comienza con el quejarse mucho de lo penosa que es la vida terrenal: que si pasa muy deprisa, que si los bienes acumulados se desvanecen demasiado rápido, que si la existencia también se desvanece y al final de la vida uno está solo, que si este o aquel destrozó lo bello que había en mi vida, que si la juventud fue muy dulce pero corta etc. Pero reflexione: los lamentos y quejas de una persona así sólo se refieren a lo temporal.
Estimado lector sepa que quien únicamente gira en torno a sí mismo, ese es viejo, no importa cuantos años tenga. Las personas que sólo se ocupan de sí mismas no han vivido su vida ni en la juventud ni en la mitad de su vida. Se han dejado llevar por sus pensamientos, por sus deseos, añoranzas, ideas y pasiones, y día tras día desde la mañana a la noche han estado ocupados sólo de sí mismas y de sus mecanismos de conquistas materiales.
La edad en años no debería asociarse a la vejez, pues una persona de edad puede cumplirse muchas cosas si en su juventud tuvo en sus manos las riendas de su vida. Si desde el corazón uno pudiera dirigirse a su juventud, podríamos decirle: “Aprovecha cada etapa de la vida para tu crecimiento y madurez espiritual, pues madurez espiritual significa que en la vejez tendrás felicidad y una vida con sentido”.
A la persona que en su juventud y hacia la mitad de su vida haya aspirado a una formación mas elevada de su carácter, también le resultará posible cortar en la vejez la rosa de su vida, lo que significa surtirse cada día más del manantial de la vida, pues la vejez vivida no conocer renuncias, sino el cumplimiento de la vida. Las personas de edad ejercitadas en aprender, hacen que en la vejez se aviven los tiempos valiosos y hermosos de la juventud, que las conducen cada vez más hacia el interior, hacia el hogar eterno.
En algún momento cada uno de nosotros sentirá y comprenderá que sólo somos huéspedes en esta Tierra, que no podemos guardar ni conservar nada porque para cada uno de nosotros llegará la hora en la que tendrá que dejarlo todo, la riqueza pero también la pobreza. Sólo la vida verdadera vivida tiene significado, no así el placer por la vida terrenal.
El rendimiento del cuerpo va cediendo con los años, esto es una ley natural. Sin embargo el espíritu permanece despierto y permanece vivo en lo más interno de la persona. Quien no haya dejado nunca de exigirse a sí mismo, considerando y aceptando los acontecimientos del día como tareas y como pasos de aprendizaje, en la edad avanzada encontrará una renovación espiritual y experimentará la realidad, con la que se gana vida. Sepa que nunca es demasiado tarde para encontrar lo bueno en sí mismo, en sí misma, pues la vida no viene del exterior sino del interior. La verdadera vida nos regala paz y certeza interna que enriquecen la calidad de vida de la persona. El entender, analizar y vivir el día otorga seguridad interna y fascinación. Este es el camino hacia el Reino de Dios, pues toda persona es solo huésped en esta Tierra.
José Vicente Cobo
De la publicación: “Mucha, mucha vida”
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