Sant Feliu de Guíxols (Girona), 1 de diciembre de 2014 / Cartas al Director / Pedro García
La situación ha vuelto a ser tensa y confusa en Hong Kong, a los 60 días del inicio de las protestas en demanda de reformas democráticas. La policía ha liberado a algunos líderes estudiantiles arrestados durante la manifestación de la pasada semana e incluso ha detenido a 7 agentes por abuso de fuerza contra los manifestantes. Las autoridades buscan desmantelar de una vez las barricadas, evitando cuidadosamente al mismo tiempo que sus acciones alimenten las protestas. Al menos en lo que respecta a Hong Kong, la China de hoy es muy distinta a la que utilizó sin contemplaciones la fuerza bruta en 1989 en la Plaza de Tiananmén.
La represión se ha vuelto mucho más sofisticada. Pekín no se ha movido un centímetro de su negativa a permitir unas elecciones libres en 2017 en Hong Kong, pero ha transmitido una imagen dialogante y ha manejado los medios de comunicación con gran maestría.
La Iglesia, que apoya las movilizaciones desde el comienzo, ha hecho un llamamiento a la calma y el diálogo después de que un sector de los estudiantes propusiera dar un salto cualitativo y ocupar edificios oficiales.
El Gobierno se sentiría legitimado entonces para reprimir las protestas sin contemplaciones. Por eso es importante mantener la cabeza fría. Las protestas de Hong Kong son justas y deben continuar. Está en juego el futuro de toda China. Pero para continuar, tal vez, las protestas deban reinventarse.
Pedro García
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