Can Pau Birol s/n (Girona), 19 de agosto de 2015 / Cartas al Director / Jesús D Mez Madrid
La alusión del Papa Francisco a la fiesta semanal, enraizada en la familia, viene a poner en su sitio el absurdo debate abierto en algunos países influidos por el ultraliberalismo, sobre la supresión de las fiestas, incluidos los domingos, para favorecer las actividades económicas, algo que ni siquiera se ha pensado en otros lugares que se mantienen fieles a sus tradiciones religiosas, como el mundo musulmán. Y resulta evidente, como puso de manifiesto el Papa, la existencia de esclavos del trabajo que obsesionados con el beneficio económico que, incluso, amenaza los biorritmos humanos. El sentido de la fiesta, en definitiva, supone volver la mirada, con gratitud, hacia el fruto de nuestro propio esfuerzo para celebrar y agradecer que Dios todo lo haya hecho posible. Y ahí está abierto, con todo su esplendor, ese otro factor que define la familia: el de la oración que no es otra cosa que hablarle a Dios como Padre que nos ama por encima de todas las cosas.