España lo ha conseguido: la tercera medalla olímpica consecutiva, conquistada en una final por el bronce contra Australia apasionante y emocionantísima sólo resuelta en los últimos segundos. La Selección ha puesto toda su pasión en el intento y lo ha conseguido.
Rio de Janeiro (Brasil), 21 de agosto de 2016 /Juegos Olímpicos - baloncesto español Río 2016/ José Antonio Cabrera. ASSOPRESS
Objetivo cumplido: España quería regresar de Río con una tercera medalla olímpica consecutiva y lo ha conseguido. Ha costado mucho, ha tenido que sudarla hasta el último aliento frente a un rival que también se ha vaciado, pero lo ha conseguido. A Pekín 2008 y Londres 2012 se les suma ya en el libro de oro del baloncesto español Río 2016. Y por partida doble, porque España, con su tercera medalla consecutiva en el torneo masculino y duplicando en esta ocasión podio con la femenina, se ha puesto aún más a la altura de las grandes potencias de la historia del baloncesto olímpico.
No ha empezado con un juego excesivamente fluido, pero España se ha encontrado más cómoda en pista a pesar de la pronta marcha de Ricky al banquillo, con dos faltas en apenas tres minutos, el mismo camino que poco después ha seguido Dellavedova. Bien sujetado Mills por Lllull, los 5 puntos del base australiano han sido puramente anecdóticos porque el ritmo lo ha marcado en todo momento la Selección, especialmente apoyada en el acierto en los lanzamientos triples de Mirotic, aunque la irrupción de Andersen ha permitido a los aussies no perder la consistencia. Otra canasta de 3 puntos, ésta de Claver, ha cerrado el primer cuarto con 23-17.
España ha alcanzado su mayor cota de eficiencia, ofensiva y defensiva, en la primera mitad de segundo cuarto. Una defensa que ha forzado a los australianos a alargar sus movimientos, rebotes ofensivos con autoridad y tres triples prácticamente consecutivos –de Felipe, Claver y Pau- han estado a punto de abrir una brecha importante (40-28, minuto 16). Pero no ha tenido continuidad: Mills y Andersen han reaccionado soltando sus muñecas y con 8 puntos en apenas dos minutos han reequilibrado el marcador al llegarse al descanso. Con todo abierto, Australia recuperada y España consciente de que había dejado escapar una primera oportunidad.
Un cuarto al ataque es lo que han protagonizado ambos equipos a su regreso del intermedio, un ritmo anotador que ha ido incrementándose a medida que pasaban los minutos y que ha acabado completando un parcial de 27-26 que ha mantenido a España por delante. No ha acusado Australia la eliminación por faltas de Bogut apenas iniciado el segundo tiempo; al contrario, ha conseguido redoblar su ritmo e incluso ponerse por delante por primera vez desde los momentos iniciales (51-52, minuto 25) tras una de las innumerables canastas de Mills fabricadas por su velocidad y cambio de ritmo. Todo por decidir (67-64) en los diez últimos minutos.
Y así ha seguido hasta los últimos segundos. El último cuarto ha arrancado con triple de Sergio Rodríguez (70-64) pero se ha desarrollado prácticamente en su totalidad en un intercambio de canastas, con un juego aparentemente deslavazado y fuera de control, con Mills y Pau Gasol erigidos definitivamente en los dos principales referentes anotadores de ambos equipos: 30 y 31 al final para cada uno. Desde el 73-75 (minuto 34, canasta de Andersen) no ha habido diferencias superiores al punto, cada ataque ha sido un reto, cada defensa una tensión.
Y así se ha resuelto la medalla, con máxima tensión en un último medio minuto emocionantísimo que ha sido una batalla de nervios. 85-86 tras dos tiros libres de Andersen a falta de 35 segundos. 87-86 tras dos tiros libres de Pau Gasol a falta de 28 segundos. 87-88 por culpa de un semigancho de Baynes a falta de 9 segundos. Y 89-88 tras dos tiros libres de Sergio Rodríguez a falta de 5,4 segundos. Y la batalla de los nervios la ha ganado España: bien asentada en una defensa que valía una medalla, Andersen ha fallado el mano a mano con Mills y Claver ha dado al balón el manotazo necesario para enviarlo hacia pista Australia y permitir que el reloj corriera ya sin peligro.
La tercera medalla olímpica consecutiva ha sido una realidad.