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lunes, 21 de octubre de 2013

LA TECNOLOGÍA MILENARIA DE LAS MINAS DE AGUA LLEGÓ A GRAN CANARIA HACE 400 AÑOS


El cronista de La Aldea, Francisco Suárez Moreno, presenta en el contexto de las Jornadas de la Cultura del Agua que se celebran en la Casa Museo León y Castillo de Telde, un libro editado por el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria

Las Palmas de Gran Canaria (Gran Canaria), 21 de octubre de 2013 / Historia - Cultura / Gabinete de Prensa.

El autor del libro ‘Las minas de Gran Canaria en el contexto de la minería del agua en el mundo’, Francisco Suárez Moreno,  ha recorrido a lo largo de casi 10 años los mil y un barrancos y barranqueras de nuestra isla. El también cronista de La Aldea de San Nicolás, participa en la tercera edición de las Jornadas de la Cultura del Agua que, hasta el día 26 de octubre, reunirá en la Casa Museo León y Castillo de Telde a un total de ocho expertos cuyas intervenciones irán encaminadas a poner en valor el rico patrimonio cultural tangible relacionado con el agua. El volumen, que edita el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria, organismo autónomo de Cabildo de la Isla, explica todo el origen y posterior evolución de las minas,  tecnología milenaria que llegó hace 400 años a Gran Canaria.

“En Gran Canaria se generalizó, a partir de principios del siglo XVI y sobre todo después del siglo XVIII, la construcción de unas galerías filtrantes, similares a las construidas desde tiempos protohistóricos en las regiones áridas y semiáridas del Oriente Próximo, en los pueblos del Mediterráneo y en Sudamérica, denominadas minas para captar, por efecto de la gravedad, las aguas subálveas de los barrancos. Por lo general son unas zanjas recubiertas de obra de fábrica (entibadas con muros de piedra y techadas en dintel con lajas) formando así unos túneles que seccionan los cauces”, explica Suárez Moreno. 

El cronista ha localizado y estudiado unas 104 minas en Canarias, “casi todas en Gran Canaria y unas 1.500 galerías, de las que el 63% están en Tenerife, un 23% están en Gran Canaria; un 11% en La Palma y el 3% restante en las otras islas”. Según Moreno, “tras la Conquista, a finales del siglo XV, llega a Canarias toda la tecnología hidráulica de la cultura islámica tanto desde la cercana isla de Madeira, adonde los portugueses habían llevado la tecnología hidráulica andalusí (pozos, minas de agua, acequias, albercas…), como desde el área andaluza, a través de los conquistadores castellanos y colonos hispanos, que transfirieron dichas estrategias hidráulicas aprendidas del mundo islámico, a partir de los siglos XV y XVI, a más tierras atlánticas de Ultramar: las Indias Occidentales o Nuevo Mundo”. 

A juicio del autor del libro, “el concepto que en Canarias tenemos de minas de agua es muy similar al empleado en otras partes, aunque en algunas zonas de la Península Ibérica o de América se designan, generalizándolo, galerías filtrantes”. Moreno explica que “casi todas las minas de Gran Canaria se localizan en las zonas áridas y semiáridas del Este, Sur y Sureste de la Isla, aunque también se localizan en el Norte, casi todas perforadas en tiempos más recientes cuando comenzó el desarrollo económico de las plataneras”. Esta técnica de la mina de agua en el subálveo de los barrancos se intentó transferir en la década de 1820 a Tenerife, aunque allí optaron por el sistema, también transferido de Gran Canaria, de las galerías en los riscos.

jueves, 30 de agosto de 2012

CON EL ERE (Expediente de Regulación de Empleo) DE PICANA



La “reforma laboral” del gobierno del PP golpeó en el centro vital del estado social y de derecho.


Las Palmas de Gran Canaria (Gran Canaria), 30 de agosto de 2012 / Artículo de Opinión / Por Joaquín Sagaseta (*)

No por ser continuidad de una línea por donde cursaba decidida la política de la social democracia de derecha, la brutalidad sin precedentes de esa reforma desautoriza al gobierno del PP y de la gran patronal en su pretensión de compartir responsabilidades.

Los resultados son de una elocuencia social terrorífica, se baten estremecedores récords en la cifra de parados y se degradan en extremo todas las condiciones de trabajo y existencia de la población asalariada. Al tiempo se desmantelan, se amputan o recortan drásticamente  los instrumentos y prestaciones de salario indirecto y redistribución de la riqueza: la generalidad de los servicios sociales, la protección de la seguridad social y de la dependencia, los servicios sanitarios y educativos públicos, la fiscalidad progresiva…  

En estos días ha salido a la superficie el balance de la reforma en lo que concierne a los ERE -Expedientes de Regulación de Empleo y despidos colectivos-.

Como se sabe la “autorización administrativa” para los despidos por medio del ERE, que requería la legislación derogada,  incomodaba a la patronal como diente de ajo a  vampiro. Se exponían a que los inspectores responsables y limpios, que eran y son muchos, les obligaran a sacar de los armarios los cadáveres mejor guardados: ¡las cuentas reales!. Justamente por eso los trabajadores contaban con un  margen no despreciable de resistencia. A la “autorización” la patronal se la tenía jurada.

Aquel requisito traía  su fundamento directamente de las obligaciones que impone a la administración el orden constitucional y las normas donde se expresa el estado social: el trabajo como derecho (Art. 35 CE), políticas orientadas al pleno empleo (Art. 40 CE), función social de la propiedad (Art. 33 CE)…

La liquidación de la autorización previa para los despidos colectivos, vieja reivindicación de la patronal, es una de las “perlas” de la “reforma”. Con ello se debilitó sobremanera la posición de los trabajadores, de sus representantes y de los sindicatos en toda la fase de negociación. Ha sido por esto y por las máximas facilidades para despedir a destajo, sin causa real que lo justifique, por lo que desde la entrada en vigor de la “reforma laboral” el ERE ha caído en las manos de la patronal como picana destripadora del derecho al trabajo y a la estabilidad en el empleo.

Los ERE se han multiplicado exponencialmente, de forma muy particular los ERE sin acuerdo, o lo que es lo mismo, los despidos  en masa de trabajadores indefensos: en febrero el 10% del total de ERE -254- se llevaron a efecto sin acuerdo, en marzo ya fueron el 29% -900-, en abril el 56% -1543- y en mayo la cifra ascendió al 68% -2047-.

Si algo es irrenunciable para el campo de la democracia real en general, y para el movimiento obrero en particular, es la derogación de la llamada “reforma laboral”. En ella se relame la sádica “moral” del gran capital, la burguesía decadente y la derecha ultrareaccionaria-“que se jodan”-, no en vano representa  la mayor regresión en el conjunto de los derechos de los trabajadores en los últimos 40 años y el más feroz ataque al estado social y democrático de derecho.

(*)Abogado laboralista. Las Palmas de Gran Canaria.