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domingo, 8 de marzo de 2015

Por un aborto, libre, seguro y gratuito Luchando contra la Ley del aborto y su reforma


 La regulación del aborto, desde el poder burgués, se ha utilizado para incrementar la fuerza de trabajo dispo­nible para ser explotada, como mecanismo de defensa de la propiedad privada y también como dominación ideológica de toda la clase obrera a través del cuerpo de la mujer, como sucede en la actualidad.  Por eso en el marco de la crisis sistémica actual  las regulaciones sobre el derecho al aborto muestran con claridad la alianza patriarcal existente entre las políticas capitalistas y el fundamentalismo religioso.
España (Europa), 07 de marzo de 2015 / Día internacional de la Mujer - PCPE / Gabinete de Prensa.
La maternidad ha sido siempre una imposición, tanto desde la superestructura ideológica como desde las regulaciones establecidas en leyes diversas, y  consecuencia de ello en ninguno de los casos de la historia reciente (supuestos o plazos) se ha planteado la despenalización total del aborto, su salida del Código Penal. Ni con la Ley de supuestos ni con la ley de plazos.
En ninguna de ellas hay libertad de decisión  tanto por los “períodos de reflexión” que se imponen como  por las objeciones de conciencia de quienes trabajan en la sanidad pública que obliga a las mujeres a acudir a clínicas privadas; una nueva discriminación a la mujer con menos recursos. Y por supuesto  dejando de lado la salud sexual y reproductiva de la mujer, concebida ésta como un derecho en el ámbito de la sanidad pública y gratuita, con amplias prestaciones de anticonceptivos, centros de planificación familiar y educación sexual,  para  convertirla en unos lucrativos negocios privados.
Ahora se prepara desde el gobierno  una proposición de  Ley Orgánica, para tramitar de modo rápido, que contiene una modificación del artículo relativo  a las mujeres entre 16 y 18 años  que necesitaran expresa­mente el consentimiento de sus progenitores para interrumpir un embarazo no deseado  y judicializándose aquellos casos de conflicto. Dado que estadísticamente las menores que abortan sin consentimiento supo­nen un porcentaje exiguo del total (un 0,44%)  y que suele deberse a casos de violencia familiar o padres maltratadores,  el objeto de esta  reforma  que lleva el pomposo nombre de “Ley orgánica para reforzar la protección de las menores”  más parece ir encaminada  a contentar a ciertos sectores ultra católicos de la oligarquía,  aunque eso suponga  castigar a las menores en una situación más vulnerable, que a  la aludida protección. Típica y actualizada hipocresía de la moral burguesa, que provoca un  doloroso recuerdo de orfa­natos y reformatorios donde se castigaba a los hijos e hijas de la clase obrera.
Impedir que las menores puedan decidir por sí mismas en casos de IVE y dejar la resolución de los ca­sos discrepantes  en un procedimiento judicial, donde en la práctica y dadas las dilaciones existentes en la administración de justicia  el cumplimiento de los plazos previstos para los abortos puede devenir en algo imposible,  es obligar a  las más jóvenes a una  maternidad forzosa  donde el abandono de los estudios será casi el camino más probable, así  de paso serán mano de obra más barata a la que explotar más y mejor.
No es la tendencia del decrepito sistema la de garantizar  la salud si no la pagas, tampoco que  las mujeres, en especial las jóvenes, decidan sobre sus cuerpos si no tienen  dinero para comprarse ese derecho. Así, el precio de los anticonceptivos se aleja bastante de estar al alcance de  las trabajadoras y de  sus hijas, la atención ginecológica ha ido desapareciendo de las prestaciones del sistema público, o prestándose muy deficientemente y  La salud sexual y los derechos reproductivos están concebidos como  un negocio en las sociedades capitalistas, y en estos momentos de crisis estructural, no serán  las mujeres  de la clase traba­jadora y  de las capas populares  quienes tengan  facilidad para acceder a ellos.
La única salida para las mujeres explotadas, las mujeres de la clase obrera, es la unidad en torno a un pro­yecto clasista que integre las reivindicaciones del feminismo de clase. Nunca los derechos afectivos, los de­rechos sexuales, el derecho al aborto, la autonomía sobre el propio cuerpo tendrán cabida en el capitalismo decadente, que es el único posible hoy. Así como tampoco se derrotará al patriarcado sin vencer al sistema capitalista.