¡Campeones! España viajará a Río de Janeiro con el oro colgado en el cuello, con la condición de campeones de Europa tras ganar en la final a Lituania cerrando así un campeonato extraordinario que ha conseguido entusiasmar a todo un país. Pau Gasol (25 puntos) fue nombrado MVP del campeonato.
Lituania (Europa), 21 de septiembre de 2015 / Baloncesto - Eurobasket 2015 / José Antonio Cabrera. ASSOPRESS
Han sabido navegar contracorriente, con viento de cara y sorteando aguas revueltas. Han gestionado momentos complicados en los que hacía falta remar unidos en la misma dirección. Se han conjurado para enderezar el rumbo y para desafiar los retos más difíciles, los enemigos más potentes para poder alcanzar, desde la brillantez, los objetivos soñados. Han construido un barco estable desde la unidad, desde el esfuerzo, desde la inteligencia, desde el talento. Han sabido distinguir al líder entre los líderes y han tenido la virtud de enfundarse trajes de obreros o de estrellas, de bajar al barro o vestir de etiqueta pero siempre, siempre, desde la implicación, desde la identificación con una causa común, con la motivación máxima.
Nos han hecho saltar de alegría, han acaparado portadas de todos los medios, han abierto programas de radio y de televisión, han invadido las redes sociales y nuevamente y como así ha sido en las últimas dos décadas han puesto el nombre del baloncesto en lo más alto consiguiendo que todo un país, sin excepciones, se posicionara a su favor, se identificara con sus éxitos. Porque no sólo han conseguido el triunfo por los resultados objetivos sino también por esos intangibles que valen tanto como son la actitud, la calidad, no sólo deportiva que por supuesto, sino humana, por el mensaje de que en la suma de cualidades individuales, en la generosidad de aceptarse y respetarse, está la clave del éxito colectivo.
Llegó esa final soñada y tranquila. Esa final que perseguía el oro habiendo conseguido ya el mejor de los premios que era estar en los Juegos Olímpicos de Río y habiendo conseguido a la vez volver a conquistar los corazones de toda la afición. Y en esa final España sacó a relucir todo su repertorio de virtudes, individuales y colectivas, tomando la iniciativa en un partido aparentemente plácido pero que escondía peligros en un rival de máximo nivel, de máxima dificultad. El 19-8 de los primeros diez minutos reflejaban tanto la capacidad para anular desde la estrategia defensiva, gran trabajo del equipo técnico, y desde la ambición de los jugadores, las habilidades del rival. Lituania se quedaba sin respuesta a la anticipación defensiva española mientras que en el aro contrario, Llull, Rudy y Pau Gasol sacaban ventajas continuas desde su talento. Las diferencias amentaban hasta un 34-18 del minuto 16 en un partido excesivamente plácido tratándose de una final y como era previsible Lituania poco a poco iba encontrando soluciones a su ataque consiguiendo llegar “vivos” al descanso con un triple final (41-33).
Pau Ribas, grandísimo campeonato el suyo, conseguía con un triple la máxima de España 52-35 al inicio de un tercer cuarto en el que el tono defensivo de nuestra selección recuperaba sensaciones respecto al inicio de partido. La lesión de Rudy encontraba respuesta en una fantástica aportación de Claver que con su triple ampliaba a 60-42 en el 29. España estaba lanzada hacia el oro, con Pau Gasol reinando siempre, con acciones propias de una superestrella, con finalizaciones dignas de jugador de otra dimensión. Al diez minutos del final 60-43 tras otro parcial modélico, en defensa y en ataque (19-10).
Y en el último cuarto, la sentencia. La demostración de esa capacidad para saber adaptarse a los diferentes escenarios en los que el campeonato y todos sus partidos han situado a España. Porque los nuestros anotaron tan sólo dos puntos en cinco minutos pero ante ese atasco el grupo liderado desde la pista por Pau Gasol apretó los dientes en defensa, bajó el culo para trabajar con máxima intensidad para que el rival no encontrara caminos y así, desde el esfuerzo, recondujo situaciones para que primero Lull y luego la estrella universal llama Gasol sentenciaran el partido. Y como representación de la unión y generosidad todos sin excepción tuvieron la oportunidad de saltar a la pista durante el último minuto de la final, entre abrazos, entre lágrimas de emoción, entre sonrisas para, cuando restaban 19 segundos, todo el estadio de Lille con los 27.000 aficionados ovacionando, toda el mundo del baloncesto en los cinco continentes, reconoció a un Pau Gasol que salió del partido como lo hacen los héroes, como el mejor de todos.