Cáceres (España), 11 de noviembre de 2014 / Cartas al Director / Juan García Rodriguez
Hace nueve días que celebramos el día de los Fieles Difuntos, bella fiesta cuyos orígenes se remontan a los orígenes mismos de la Iglesia, que reza por los que han muerto, con la esperanza de que sean acogidos cuanto antes en la Casa del Padre. El día anterior, la víspera, el 1 de noviembre, celebramos la fiesta de Todos los Santos. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas”, dice Jesús en un pasaje evangélico que nos sitúa frente al auténtico sentido y destino de nuestra vida: haber sido creados para la vida eterna.