Madrid, 21 de marzo de 2010 |Cartas al director | Lisa Justiniano.
Es verdad, sólo el 0´004%, es decir 94 de los 210.000 casos de abusos sexuales de algún tipo registrados en Alemania desde 1995, afectan a personas o instituciones de la Iglesia católica, ya que la mayoría (no sé qué es peor), ocurren en el seno de las propias familias. Aún así, Benedicto XVI ha hablado claro: “Tenéis que responder ante Dios y ante los tribunales”, amenazando a los sacerdotes indignos que traicionaron la confianza de Dios, de la Iglesia y de los padres de los jóvenes abusados. Una de las causas de esta debacle reside en que personas no idóneas, que ingresaron en los seminarios sin una llamada específica de Cristo, fueron incapaces por ello de guardar la castidad. El sacerdocio instituido por Jesucristo con la función de dilatar la santidad de los fieles acercando el cielo a la tierra, está sufriendo un grave desprestigio, y como siempre pagan justos por pecadores. Los curas que cumplen su grave misión pasan desapercibidos pero no para los laicos que sabemos apreciar sus desvelos y los sostenemos con nuestra oración para que no sean del mundo, sino figura del Dios encarnado entre los hombres.
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