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sábado, 27 de abril de 2013

Los albaricoques de Tirajana ya tienen etiqueta identificativa




Promovida por el Ayuntamiento y el Cabildo, se presentó durante la celebración de la II Feria del Agricultor

San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), 27 de abril de 2013 / Agricultura - Promoción - Denominación / Gabinete de Prensa.

Los albaricoques de Tirajana ya cuentan con su propia etiqueta identificativa. La presentaron este sábado el concejal de Agricultura y Ganadería José Carlos Álamo, y la jefa del Servicio de Extensión Agraria del Cabildo, Carmen Brito, en el Museo Etnográfico Casa de los Yánez, en Tunte, durante la celebración de la II Feria del Agricultor.

José Carlos Álamo destacó que con esta etiqueta se pretende valorizar la fruta y que los consumidores puedan identificar con facilidad la procedencia de los albaricoques de las medianías de este municipio, “y evitar con ella las confusiones que muchas veces se producían en los supermercados con otros albaricoques de distinta procedencia y de mucha menor calidad”.

Esta etiqueta es el segundo paso que el Cabildo y el Ayuntamiento tirajanero dan en defensa y promoción de este cultivo frutal en la cuenca de Tirajana porque, además de los distintos cursos teórico-prácticos sobre el mismo, también el año pasado ambas instituciones editaron un cartel promocional en el que se recogen las cinco variedades que más impronta tienen en el municipio, como son los Currot tardíos y mayeros, el Sayeb, el Canino Carricera y el Rojo tardío, que copan casi el 90% de la producción media de este fruto, que bascula entre los 300.000 y los 350.000 kilos anuales.

El sello identificador le será entregado a partir de ahora a todos los agricultores que quieran envasar sus albaricoques. Al respecto, Carmen Brito apuntó que durante esta cosecha, que ya se está iniciando, también se está realizando un ensayo con las tarrinas de envase para ver qué formato es el que mejor se adapta al mercado de la fruta y al gusto de los consumidores.

El técnico agrícola del Ayuntamiento, Juan Carlos Gómez, señaló que éste era un día feliz para el sector, porque se van obteniendo resultados después de muchos años de trabajo en las zonas de Fataga, Tunte, La Hoya y Manzanilla entre otros. “Con actuaciones como esta la fruta del albaricoque, que todavía es poco conocida incluso dentro del propio municipio, tirará hacia delante, porque va adquiriendo notoriedad y dándose a conocer cada vez más”.

La presentación de esta etiqueta tuvo como marco la celebración de la II Feria del Agricultor del municipio, en el se instalaron un total de 13 puestos de fertilizantes, maquinaria agrícola, productos fitosanitarios, quesos, pan y repostería, vinos, miel, aceite, helados artesanos, albaricoques, repostería de almendra de la Asociación de la Almendra, verduras y hortalizas, gofio y especies, entre otros productos de la tierra.

La feria, con epicentro en la plaza de Tunte, registró numerosa afluencia de turistas, que degustaron los productos de la tierra y participaron del enyesque popular a base de cochino asado, pan con chorizo, tortillas de calabaza, chuletas y pollo, organizado por los Amigos del Almendro en Flor de Tenteniguada, y amenizado por la Parranda Los Amigos de Tirajana y Maspalomas.

También durante la celebración de la feria y para deleite de los visitantes, se hicieron 132 panes de millo caseros, amasados a puño en lebrillo y horneados en el horno de piedra del Museo etnográfico interactivo Casa de Los Yánez, por el vecino Manolo Blanco Mejías, de profesión cocinero y panadero por vocación

Homenaje a un pionero vinícola

En el transcurso de esta feria también se le rindió un homenaje al agricultor y bodeguero José Cazorla Quevedo, a quien se le reconoció su labor como pionero del primer vino que se hizo en la llamada Casa Vieja de Tunte, en el año 2001, que fue el origen de la Bodega Las Tirajanas.

Cazorla Quevedo heredó la pasión por el vino de su abuelo Pepito María Cazorla, que hace un siglo producía vino casero en Los Ovejeros de Fataga, aunque verdaderamente entró en materia cuando heredó de su madre una finca en Manzanilla y, hacia 1977, decidió plantarla con distintos tipos de uvas para cosechar y elaborar los caldos El Talayón.

Lo hizo en Fataga junto al también bodeguero Adolfo Marrero, quien alaba de su amigo Cazorla Quevedo la combinación que hace de la música y del vino, como profesor autodidacta en la Escuela de Música del municipio de Mogán, y como estudioso de nuevas técnicas etnológicas y cojo fabricante de vino, ahora en la bodega Mondalón y Picachos.