sábado, 6 de marzo de 2010

¿Somos nosotras las culpables de cobrar menos?

Málaga, 6 de marzo de 2010 |Opinión |Teresa Antequera Cerverón.

Como viene siendo habitual en los últimos años, cada 8 de Marzo se celebra el día de la mujer trabajadora. Fecha que llega este año precedida por un interesante estudio de La Unión General de Trabajadores UGT, en el que se descubre que en España las mujeres cobran un 26% menos que los hombres y que además tienen peores condiciones laborales. Una desigualdad que se aprecia en España más que en la mayoría de los países de su entorno.

El periódico digital alemán Zeit-Online publicó un articulo titulado “Crisis en la planta de los jefes” donde se descubren aspectos muy interesantes de la discriminación que padecen las mujeres a manos de los hombres. Según la citada publicación, los “jefes” dicen que las mujeres tenemos la culpa de cobrar menos, y que el motivo es que las mujeres tenemos una mayor necesidad de armonía, (lo que querrá decir que no tenemos tanta necesidad de pelear como los hombres) y que no estamos dispuestas a discutir por nuestro dinero. Continua diciendo que las mujeres estamos además dispuestas a admitir nuestros errores y no nos consideramos insustituibles. Por eso cobramos menos.

Ante tales opiniones habría que decir en nuestra defensa, que en ningún caso son esos los motivos por los que las mujeres cobremos menos, aunque bien es cierto que las mujeres tenemos un mayor sentido de la justicia, no necesitando aspirar siempre a conseguir lo máximo para nosotras. Sin embargo, sí los jefes son hombres, como es habitual, suelen dejarse impresionar por la pose masculina y paguen más a otros hombres por ello, lo que a todas luces no es una forma inteligente de dirigir una empresa. Con esto no es de extrañar la actual situación mundial en materia económica y empresarial.

La mayoría de los hombres, incluso algunas mujeres, no alcanzan a ver que las desigualdades e injusticias tienen su origen en la creencia de que lo adecuado es la existencia de superiores e inferiores, como ha sido siempre. Cambiar esto debería ser un reto para todos, empezando por la forma de pensar de cada uno. Con esta buena disposición se podría cambiar algo en la sociedad, aunque a este intento de cambio positivo habría que añadir algo de suma importancia: sacar de la mente de muchos hombres y también de las mujeres, el desprecio y la infravaloración que desde antiguo se tiene hacia la mujer.

De todos es bien sabido la gran parte de culpa que tiene la iglesia católica en el desprecio a la mujer, un colectivo a tener en cuenta, puesto que constituye más de la mitad de la población mundial, por lo que se le debería exigir una rehabilitación justa. En primer lugar dicha institución debería distanciarse de las declaraciones misóginas de los doctores de la Iglesia, quienes consideraron (todavía no se han detractado) a la mujer como un ser sin alma, incluso como la puerta de entrada al infierno para el hombre. El siguiente paso sería disculparse por todo el sufrimiento causado, es decir persecuciones, muertes y torturas. Y por último tendrían que reparar el daño causado. Mientras esto no suceda, la iglesia no debería seguir llamándose cristiana, pues nada de esto tiene que ver con Jesús de Nazaret quien dio ejemplo una y otra vez de su igualitaria relación con las mujeres, encontrándose entre ellas a muchos de sus seguidores, quienes más tarde tomaron las riendas de las primeras comunidades cristianas, ejemplo que no ha seguido la citada institución.

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