- Esta iniciativa forma parte del ciclo de divulgación científica que pone en marcha el centro adscrito a la Consejería de Turismo del Gobierno de Canaria
Jesús García Rubiano destacó que “bajo el nombre de energía nuclear englobamos a todas las formas de aprovechamiento de la energía de cohesión de los núcleos atómicos para obtener otra forma de energía aprovechable, en general, eléctrica. En la práctica se distinguen dos formas de extraer la energía de los núcleos: la fisión nuclear, que es una reacción en la que se produce la división del núcleo de un elemento pesado en otros más ligeros, y el proceso contrario –la fusión nuclear– que consiste en la unión de núcleos de elementos ligeros para formar uno más pesado. En ambos casos, como consecuencia del proceso, se produce una pérdida de masa respecto a la situación inicial que se convierte en energía según la conocida Ley de Einstein E = mc2. Esta energía aparece finalmente como energía térmica que puede aprovecharse mediante ciclos termodinámicos tal y como se hace en las centrales eléctricas convencionales”.
La producción de energía eléctrica aprovechando la fisión nuclear se remonta a finales de los años 50, década en la que los países industrializados (entre los que cabe destacar los Estados Unidos, el Reino Unido, la antigua Unión Soviética, Alemania, Canadá, Japón y Francia) iniciaron sus programas de construcción y explotación de centrales nucleares denominadas de Primera Generación. La crisis energética del petróleo de principios de los 70 proporcionó el impulso definitivo a la energía nuclear con la llegada de las centrales de Segunda Generación.
El público asistente a la conferencia conoció de primera mano que “este halagüeño panorama se interrumpió cuando la crisis económica de la segunda mitad de la década de los 70 que estabilizó la demanda eléctrica, y los costes de inversión de las centrales nucleares en construcción se dispararon. Además en esta época comenzó a surgir el movimiento antinuclear como consecuencia de la situación geopolítica mundial, de la toma de conciencia de la peligrosidad y larga vida de los residuos nucleares y de algunos accidentes que tuvieron un fuerte impacto en la opinión pública. Esto provocó una fuerte desaceleración de los programas nucleares de muchas naciones e incluso el abandono definitivo de la energía nuclear en algunos casos”.
En la década de los noventa la preocupación creciente por el cambio climático debido al efecto invernadero provocado por la emisión de gases contaminantes emitidos por los combustibles fósiles y el encarecimiento de los mismos, ha llevado a muchos países a replantearse la moratoria nuclear (ya que la centrales no emiten gases invernadero) para poder cumplir los compromisos del Protocolo de Kyoto. En la actualidad, hay 436 reactores en operación que producen el 17% de la electricidad mundial y 56 unidades más se encuentran en construcción en países como China, India, Bulgaria, Japón, Rusia, Corea del Sur, Finlandia o Francia. Los nuevos reactores son los denominados de tercera generación diseñados con el objetivo de incrementar la seguridad, disminuir los costes de construcción y explotación y minimizar el impacto ambiental.
El profesor de la ULPGC, aseguró que “a largo plazo la utilización de la energía generada mediante la fusión nuclear puede ser una alternativa para la producción de electricidad a gran escala. Se puede evaluar la importancia de esta fuente de energía si recordamos que las reacciones de fusión que se producen en el Sol son el origen de la energía que nos llega de este astro. El problema radica en que su aprovechamiento pasa por recrear las condiciones de presión y temperatura que se dan en el interior del Sol, donde la materia (fundamentalmente hidrógeno) se encuentra en un estado –denominado plasma– en el que los átomos has han sido despojados de sus electrones lo que supone un reto tecnológico de proporciones colosales. Desde los años sesenta la comunidad internacional ha dedicado grandes esfuerzos a la investigación en este campo”.
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