Girona, 19 de junio de 2010 | Cartas al Director | Jesús D Mez Madrid.
Se ha acabado el Año Sacerdotal proclamado por el Benedicto XVI con motivo de celebrase el 150 aniversario del traspaso al cielo del Cura de Ars, san Juan B María Vianney, año que sin duda ha puesto a prueba a todos los sacerdotes y en especial al Papa, puesto que el demonio, que tanta guerra dio al Santo de Ars, ha estado muy activo. Con motivo de la clausura, el Papa evocó la importancia de los sacerdotes que calificó como “primeros obreros de la civilización del amor”. De los curas dijo que son "un don del corazón de Cristo: un don para la Iglesia y para el mundo". Los que conocemos a algunos sabemos que esto es verdad y que los casos aislados que por unos o por otros motivos no están a la altura no hacen desmerecer a los realmente entregados, a los que en este caso se refiere el Papa.
Quienes hemos nacido en un pueblo tenemos algún recuerdo de estas figuras, en algunos casos queda relegado a pequeñas comunidades parroquiales, como el mío y especialmente, el caso del Cura de Ars. Hago mías las palabras del Benedicto XVI: “Que su oración, señaló el Papa, su acto de amor, que tantas veces hemos recitado en este Año Sacerdotal, continúe a alimentar nuestro diálogo con Dios”. Solo me queda añadir: gracias por su entrega, gracias por su ejemplo, gracias, Santo Padre, por este Año Sacerdotal.
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