Madrid, 19 de junio de 2010 | Cartas al Director | Gabriel Roselló
Sr. Director:
Japón es el país con el índice más elevado de suicidios del mundo, con más de 35.000 inmolaciones cada año. En el país del sol naciente, una persona se quita la vida cada 15 minutos. A través de Internet, los llamados "pactos de la muerte colectivos", se están convirtiendo en una epidemia entre la juventud japonesa.
Vivimos en una cultura de la muerte aunque esté oculta tras los ropajes del consumo y bienestar. Basta profundizar un poco para que esta indigencia moral se presente tal y como es, con un egoísmo feroz, una violencia agresiva y poco respeto por la vida, que es un don divino. Todo ello aderezado con los mejores ingredientes hedonistas y materialistas que nos llevan a un estado de naturaleza donde todo está permitido, donde no existe el más mínimo referente moral.
Por lo tanto, hay que contraponer una “cultura de la vida”, localizada en el regazo de la familia, frente al “imperio de la muerte”.
El suicidio es un acto morboso, decadente y cobarde, porque es el único que no tiene arrepentimiento.
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