Las Palmas de GC, 26 de julio de 2010 | Opinión |Por el Padre Baez.
Todos los países ricos en arte antiguo, de su pasado histórico o primeros habitantes, como los que corresponden a los países citados, sin olvidar a América y otros lugares y continentes, que en cuanto han restaurado sus obras, las han dejado, sin complementar, sin añadir, sin tocar -salvo limpiar el entorno y poner vigilancia y control y acompañamiento a los turistas o visitantes-, pero sin cambiar la naturaleza, forma, estilo, material, etc.,., del mismo, sin introducir absolutamente nada.
Y eso, que tienen experiencia, y tienen tesoros en yacimientos que pertenecen al arte, a la historia, a la humanidad y han sido fieles al modelo original, sin querer cambiarlo, transformarlo o deformarlo, de como fue desde su nacimiento o/y construcción, sin variar nada.
Se tome el ejemplo de los arriba encabezando el comentario -y otros- que en esto de restaurar, nos enseñan a no tocar, ni cambiar, ni añadir nada; solo dejarlo -limpio y vigilado- como estaba. Lo viejo, tiene valor por viejo; si se le remoza, ya no es lo viejo, sino algo nuevo, y aunque parecido, ya no es lo mismo.
Puntualmente, cabe el mínimo de complemento, pero excepcionalmente, y es el caso de poner un canto si falta a una columna, para lucir su capitel (pero se ve por el color y material que es algo añadido, en donde sigue habiendo algo primitivo, que no se ha tocado, y que así se ve cómo era en su integridad o totalidad, pero siempre de forma parcial y como ejemplo, que no se repite.
Cansado estamos de ver, trozos de columnas en el suelo, sin más, junto a otras que se alzan, o medio se alzan. Ver algo con el deterioro del tiempo, y la huella del mismo tiempo, es hermoso, real, y hasta bello (se trata de arte).
El Padre Báez, que toma referencia de otros, que en esto de restaurar son verdaderos maestros, y no los chapuceros, que nos han destrozado lo que tenemos (¡por favor: no toquen lo que está intacto, virgen, como salió de las manos de los guanches!).
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