Telde, 16 de agosto de 2010 | Opinión | José Suárez Martel
Esta pregunta parecería un tanto ambigua si no fuera por el grado de realismo que la misma encierra, porque todos deseamos no solamente para nuestro disfrute sino también para tener una buena calidad de vida, que es una de las condiciones a las que aspiramos todos para nuestras familias, en cuanto a impacto medio ambiental con un nivel aceptable de contaminación atmosférica o en un grado razonable de ruidos o de actividades molestas, en definitiva en un ambiente en el cual podamos no solo pasear a nuestros hijos o nietos y enseñarles lo bonito y sano que es nuestro entorno, sino también en el que nos sintiéramos cómodos y a gusto al final de nuestra jornada lectiva, sin tener que soportar los avatares de las innovadoras formas de vida tanto de las nuevas tecnología industriales como los bullicios de los actuales estilos de ocio que actualmente imperan en cualquier ciudad moderna consumista.
Por lo tanto una ciudad con una buena calidad de vida para residir tiene que tener a mi modesto modo de ver unas connotaciones muy destacadas sobre cualquier ciudad convencional.
Primero, que los servicios esenciales que necesita cualquier unidad familiar y que nos tienen que prestar nuestra institución local sean los necesarios y suficientes como para que nos podamos sentir cómodos a la hora de desarrollar nuestra vida familiar.
Segundo, que el medio ambiente en nuestro entorno no sea impacto negativo a nuestro deseo de ver una ciudad dinámica y moderna con todos los inconvenientes que esta podría tener.
Tercero, que nuestras comunicaciones viarias sean lo mas prácticas y ágiles para nuestros desplazamientos y no nos reste tiempo que queremos o deseamos dedicar a nuestras familias, el ocio o el descanso.
Y cuarto, que los centros educativos, deportivos y culturales sean los suficientes, tanto cuantitativa como cualitativamente para el desarrollo de todas las actividades que deseen una familia convencional.
En definitiva, considero que todas las personas tenemos el deber y además nos asiste el derecho de ofrecerles a nuestros hijos un ambiente sano y saludable en el cual se puedan desarrollar con una calidad de vida bastante aceptable, porque es un legado obligatorio que tienen todas las personas con responsabilidad pública.
Sinceramente es un objetivo que desgraciadamente está muy lejos de alcanzarse en nuestra querida ciudad de Telde, al menos en una gran mayoría de las zonas residenciales de nuestro municipio, ¿y esto a qué se debe?. Lógicamente no a las personas que las habitan, es obvio que quien tiene la gran responsabilidad son quienes decidieron en cada momento como se desarrollaba o diseñaba nuestro municipio, que en este caso creo modestamente que se ha hecho a golpe de improvisación, y ahora ¿a quién podemos pedirle cuentas?. Es posible que todos hayamos tenido algo de culpa al decidir en manos de quien hemos puesto ese reto sin pensar en las consecuencias de que en un futuro nos podíamos arrepentir de haber sido tan ilusos, pero como decía un prestigioso filósofo: “La experiencia no es tan buena porque llega tarde”.
(*) Ex-concejal del P.P. en el M.I. Ayuntamiento de Telde
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