Telde, 26 de septiembre de 2011 | Exposición |Gabinete de Prensa.
Vladimir Angulo es miembro del PCN (Proceso de Comunidades Negras) coalición de más de 80 organizaciones de afrodescendientes que trabaja principalmente en los departamentos colombianos occidentales de la costa del Pacífico, como el del Valle del Cauca, la costa del mar Caribe y otras regiones. Se fundó en 1989 y se centra en conseguir el respeto por los derechos humanos de estas comunidades, la desaparición de actitudes racistas y de discriminación, y el reconocimiento de sus derechos a la tierra.
El trabajo de Vladimir y Yuviza dentro de la organización se ha centrado muy especialmente en los jóvenes, con los que se trata de evitar que se introduzcan en el tráfico y consumo de drogas, y que terminen, así, vinculados grupos armados. Con este objeto, se crean programas de estudio y acceso a la universidad.
A raíz de la publicación de unos informes sobre su labor, Vladimir sufre amenazas e intentos de secuestro y asesinato. Uno de sus hermanos murió asesinado. Poco menos de un año después de contraer matrimonio, a través de la intermediación de AI Canadá, Vladimir y Yuviza logran salir de Colombia mediante su integración en el Programa Defensores de AI España.
Mientras están fuera de su país por su situación de riesgo, tienen como objetivo conseguir apoyo para PCN y conseguir el reconocimiento de su organización a nivel internacional.
“La reivindicación de la comunidad negra va adquiriendo cada vez más peso. Nuestra Constitución contempla una serie de derechos inherentes también a la comunidad negra, pero lo cierto es que actualmente aún no se cumplen. Estas agrupaciones luchan para que la situación cambie”.
“PCN tiene como objetivo trabajar por la afirmación del ser, el territorio, el derecho a ser, el derecho a elegir un futuro y el mantenimiento de la solidaridad. Todo esto como principios innegables de vida, ancestralidad e identidad de las comunidades negras de Colombia”.
“Creo que el logro más grande del trabajo que desarrollábamos en las zonas rurales con los jóvenes es el hecho de haber conseguido despertar en éstos interés por la vida y los derechos humanos. Y que reconocieran su valía y entendieran que tenían el derecho a hacerse respetar y a su territorio, sin necesidad de formar parte de ningún grupo armado”.
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