Sin duda pasamos por tiempos difíciles. Probablemente los más complicados, inciertos y desafiantes que nos haya tocado vivir a escala global desde el final de la segunda guerra mundial. No ya sólo empresas y familias, también países enteros, han visto quebrar sus estructuras y economías hasta el punto de no poder hacer frente a sus compromisos de pago y tener que solicitar la intervención y ayuda de otros organismos y gobiernos para su socorro. Hablar de catástrofe económico-financiera resulta ya más apropiado que de crisis y tampoco es exagerar decir que todo el sur de Europa y Canarias se encuentran en la zona cero de mayor impacto de la misma.
Situaciones de esta dimensión y gravedad requieren respuestas y decisiones que estén a la altura de las circunstancias. El gobierno presidido por Zapatero tomó las suyas, muchas de ellas tarde y mal y de poco sirve ya profundizar en ello, salvo para aprender de los errores. Del PP sólo conocemos que, lejos de aportar el papel histórico y amplitud de miras que por peso político le correspondía, se ha limitado a dejar pudrir la situación sembrando enfrentamientos, desconfianzas y mayor pesimismo entre una ciudadanía indignada ante tanto despropósito junto.
Es obvio pues que, ante este escenario, cualquier disputa política se convierte en secundaria si con la situación de nuestra economía se la compara. Que cualquier discrepancia de fondo o de forma adquiere otra prioridad, si en el otro lado de la balanza aparece el drama que sufren los 330 mil canarios que están desempleados. No se justificaría bajo ningún concepto, es más sería un fracaso colectivo, que cualquier oportunidad de revertir esta situación pudiera perderse porque dos opciones políticas no puedan ponerse de acuerdo en un mínimo. Que el PP y PSOE no hayan sabido ni querido hacerlo queda bajo su responsabilidad. Otros sí hemos decidido dar ese paso adelante y pese a nuestras diferencias, hemos sabido aparcar lo que nos separa para poner los intereses de las islas como principal objetivo a reivindicar y defender.
Porque la gravedad de los acontecimientos y la responsabilidad política e histórica así nos lo exigía; porque nuestras diferencias no eran mayores que las que mantenemos con PP y PSOE sobre el trato que merece Canarias del próximo gobierno de España; porque nos parece que sólo una voz propia, de obediencia canaria, puede demandar para el conjunto de los canarios/as las políticas y medidas urgentes que nuestra economía requiere atendiendo a nuestras condiciones de insularidad, ultraperificidad y singularidad histórica, es por lo que Nueva Canarias y Coalición Canaria vamos a acudir unidos a las elecciones del próximo 20 de Noviembre.
Si en tiempos de bonanza se hizo indispensable que Canarias exigiera a España que tuviera en cuenta a las islas, ahora más que nunca se hace vital que los canarios no dependamos del PP y PSOE para, con fuerza y representación suficientes en el Congreso y Senado, el Estado no olvide lo que en justicia y con urgencia nos corresponde.
Que nadie dude que el PP gobernará para la banca y los mercados, el PSOE para hacer la contra y los nacionalismos catalán y vasco para ganar lo mejor para sus respectivos territorios. Sólo una presencia fuerte de los nacionalistas canarios hará viable que las necesidades canarias no caigan en el olvido, que el archipiélago no sea la cenicienta del Estado español y que las medidas anticrisis del nuevo gobierno no pasen por alto a Canarias y los canarios.
Dos acentos, dos formas de ver la política en Canarias, las de Nueva Canarias y Coalición canaria, se unen por responsabilidad histórica para sonar con fuerza y como una sola voz en las Cortes generales en beneficio de todas las islas y todos los canarios/as. Ese el reto, la hoja de ruta, la opción de Canarias para consigo misma y con la gobernabilidad del Estado español en los próximos años.
(*) es candidato al Senado por la alianza electoral Nueva Canarias-Coalición Canaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario