Valladolid, 22 de octubre de 2011 |Cartas al Director |Josefa Romo Garlito.
El principal problema hoy: la crisis. En realidad, es consecuencia del secularismo, entendido como desprecio a lo sagrado y a la moral. Recientemente, dijo, Benedicto XVI, al pueblo alemán: ‘Dónde está Dios, allí hay futuro”. Pero muchos se han olvidado de Dios y caminamos hacia un futuro incierto. El olvido de Dios ha llevado a un individualismo, abocado a lo inane. La insatisfacción está servida.¿ Consecuencias? Un vacío existencial tan hondo, que se ha cargado la esperanza, la ilusión de vivir, el aprecio a la vida de todos y el progreso verdadero.
Se manifiesta, por ejemplo, en la impasibilidad ante un paro inmenso, en el elevado número de abortos y de suicidios, en la eutanasia, en la falta de respeto al otro y a sí mismo, en la ausencia, en muchos gobernantes, del sentido de justicia social y de responsabilidad. Hemos sufrido las consecuencias del olvido de Dios y del sentido ético, en una crisis económica y social sin precedentes. ¡Y cuidado!: “En este contexto cultural existe el riesgo de caer en una atrofia espiritual y en un vacío del corazón, caracterizados a veces por formas sucedáneas de pertenencia religiosa y de vago espiritualismo”(Monseñor Munilla).
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