Las Palmas de GC, 09 de noviembre de 2011 | Opinión Política | Eusebia Mª Nuez García(*)
Que el turismo es el principal sector económico de Canarias es indiscutible, sin embargo, para afrontar la actual situación de crisis es imprescindible la diversificación de la economía de las Islas. Desde mi punto de vista, esto implica la búsqueda de nuevos productos y servicios, así como de nuevas actividades económicas frente a la hegemonía del binomio turismo-construcción, potenciando la innovación, intensificando los esfuerzos en investigación y desarrollo tecnológico y apostando por un tejido industrial más potente y competitivo.
Esta diversificación tiene que centrarse en la economía productiva, que comprende todas aquellas actividades que producen un objeto u ofrecen un servicio, y que es la que tiene verdadera capacidad de generar empleo, frente a la economía especulativa, que se basa en generar dinero a partir de otro producto o activo. Y es aquí donde el impulso al conocimiento, el talento, la excelencia, la innovación y las nuevas tecnologías es primordial para localizar nuevas actividades productivas y para estimular las ya existentes.
Creo firmemente que el sector primario puede ser uno de los motores importantes de este cambio en Canarias. Un sector primario orientado al consumo local, el turismo y la exportación de productos diferenciados de alta gama, que lo haga salir del retroceso a que ha estado sometido en los últimos años. Para ello es necesario que la producción agrícola, ganadera, pesquera y acuicultora tenga una estrecha relación con el sector industrial y los servicios (hostelería, restauración, comercio…).
Así, como parte de este proceso, hay que fomentar un industria de transformación local vinculada al sector primario y orientada a los productos canarios diferenciados, innovando en la búsqueda de nuevos productos potencialmente exportables. Ello implica también impulsar las pequeñas empresas y las empresas familiares, mayoritarias en nuestro tejido productivo y principales generadoras de empleo.
Los productos canarios diferenciados, ya sea directamente salidos de nuestra tierra o de nuestras aguas, o transformados de manera innovadora por la industrial local; algunos tradicionales, como las frutas tropicales, el vino, el ron, la miel, o la sal; otros de nueva creación, como las algas, las nuevas especies de pescados y mariscos, o las plantas con aplicaciones cosméticas (por ejemplo, el aloe) y medicinales; pueden encontrar muy buena acogida en el mercado interno y en la exportación si se favorece el escenario adecuado para su producción y distribución.
Por ello defiendo que en el mercado externo tiene que apoyarse decididamente la difusión y exportación los productos canarios, y en el mercado interno se han de generar las condiciones para que compitan con dignidad e igualdad de condiciones con los productos importados. Un triste ejemplo de esto es lo que sucede con los vinos producidos en Canarias, algunos de los cuales gozan de gran aprecio en el mercado internacional por su calidad y especificidad, mientras que dentro de las Islas no son fáciles de encontrar en comercios y locales de restauración. Esto se debe, en gran parte, a la competencia que sufren por los restantes vinos españoles, que, al estar subvencionados por el Régimen Específico de Abastecimiento de Canarias (REA), tienen una mejor relación calidad-precio y una distribución más amplia.
La respuesta es promocionar el consumo de productos de nuestra tierra, no solo entre quienes vivimos aquí, como una interesante alternativa a la importación masiva y poco sostenible de mercancías subvencionadas, sino también como un reclamo turístico de enorme valor añadido que mejora la oferta de Canarias al turismo y aumenta el atractivo para quienes nos visitan.
(*)Trabajadora Social y Candidata al Senado por Coalición Canaria-Nueva Canarias.
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