El grupo nacionalista del Cabildo de La Gomera, formado por CC-PNC-CCN, solicita a la Corporación insular que se construya un monumento en memoria de Antonio José Ruíz de Padrón, el clérigo gomero que jugó un importantísimo papel en la constitución de las Cortes de Cádiz de 1812 y dedicó su vida a lugar por las libertades constitucionales.
El portavoz del grupo, Pedro Medina Calero, pide además que se constituya un Comité Organizador de los actos conmemorativos del 200 aniversario de la Constitución española de 1812, el 19 de marzo, y se edite una placa conmemorativa de esta efemérides para colocarse en el lugar de la Isla que se determine, actos para los que, considera, debe invitarse al resto de las instituciones de la Isla y del exterior.
El grupo nacionalista considera que ya es hora que La Gomera, sus instituciones y su sociedad, reconozca la importancia histórica de la figura de Antonio José Ruiz de Padrón, máxime cuando el 13 de diciembre se cumplió el 200 aniversario de su toma de posesión de su escaño y la firma del proyecto constitucional que dio lugar, posteriormente a la Constitución española de 1812, también denominada La Pepa, promulgada por las Cortes Generales de España el 19 de marzo.
Ya en noviembre de 2007 el Ayuntamiento de San Sebastián de La Gomera organizó unas jornadas conmemorativas del 250 aniversario nacimiento Ruiz de Padrón (09 noviembre 1757), y expresó su pretensión de que las jornadas tuvieran carácter permanente y poder vincular de esta forma acciones culturales a los centros educativos del municipio, teniendo como eje principal esta figura histórica. Igualmente se anunció por parte de la Corporación capitalina que se elaboraba una placa conmemorativa del aniversario y avanzó que se está en conversaciones con la familia para alquilar una estancia de la casa de Ruiz de Padrón, situada en la capital, con el fin de realizar actividades culturales.
El día 21 de octubre pasado el Cabildo Insular de La Gomera, recibió una placa conmemorativa en memoria de Antonio Ruiz de Padrón, que representó a la Isla en las Cortes de Cádiz de 1810 y 1812, de parte del Consorcio para la Conmemoración del II Centenario de La Constitución de 1812 y la Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía.
DON PEDRO MEDINA CALERO, mayor de edad, provisto del D.N.I. Nº 78.359.414R, consejero de esa Corporación, adscrito al GRUPO NACIONALISTA CC-PNC-CCN como Portavoz, cuyas demás circunstancias personales constan acreditadas, ante el Sr. Presidente, comparezco, y como mejor proceda en Derecho, DIGO:
Que en virtud de las facultades que me otorgan la Ley de 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local, Real Decreto 2568/1986, de 28 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento de organización, funcionamiento y régimen jurídico de las Entidades locales. Y el vigente Reglamento de Organización y Funcionamiento del Excmo. Cabildo Insular de la Gomera y haciendo uso de mi derecho a la participación política, reconocido en el artículo 23.2 de la Constitución, y basado en los siguientes presenta la siguiente
M O C I Ó N sobre:
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Antecedentes y fundamentos:
Antonio José Ruiz de Padrón | Personaje de gran relevancia en las Cortes de Cádiz. Sus intervenciones fueron decisivas para abolir el Voto de Santiago y la Inquisición. Acusado por la curia astorgana de jansenista, hereje, cismático, antiespañol. No olvidemos a quienes dedicaron su vida a luchar por las libertades constitucionales
Traemos hoy aquí la figura del clérigo Antonio José Ruiz de Padrón, un gomero cuya personalidad y categoría apenas si es conocida por los gomeros y gomeras a pesar de que su figura preside el Salón de Plenos de este Cabildo insular, y de ser una de las figuras destacadas de aquellas famosas Cortes de Cádiz de 1812. Todo un heterodoxo que la sufrió en sus propias carnes y alma allá por los convulsos años del primer tercio del siglo XIX; en que se desmoronaba el Antiguo Régimen y se vislumbraba una nueva etapa prometedora. Más habrá que destacar el tormentoso proceso al que fue sometido en 1814, por parte del obispo y de la curia astorgana. Nace Ruiz de Padrón en el año 1757 en San Sebastián de la Gomera. Sus primeras letras las cursa en el convento franciscano local de los Santos Reyes. Recibe las órdenes sacerdotales en 1781. A los 28 años, emprende viaje a Cuba. La arribada a Cuba queda frustrada por una severa tormenta que desvía el barco para atracar en las costas de Pensilvania, donde permanece al menos hasta finales del año 1788 ó principios de 1789. Año este en que se traslada a Cuba, regresando a Madrid hacia 1792. Se acoge en el convento de San Francisco el Grande e inicia, de inmediato, un largo viaje por Europa, especialmente por Italia y Francia. A su regreso, en 1802, el Conde de Miranda lo presentó al obispo de Astorga, éste lo acoge y lo propone como párroco de Quintanilla de Somoza. Persiste en la localidad maragata hasta primeros de 1808 en que oposita y gana la parroquia (abadía dicen los gallegos) de Villamartín de Valdeorras. Desempeña este cargo hasta 1823, año de su fallecimiento, sin haberse posesionado de una canongía de la catedral de Málaga, la cual, según algunos biógrafos, se le había concedido al iniciarse el trienio liberal, como premio a su labor en las Cortes de Cádiz; y, acaso, como resarcimiento a lo mucho que sufrió en el obispado astorgano.
Un cura progresista y liberal Las ideas avanzadas venidas de Europa, especialmente de la Ilustración francesa, prendieron bien pronto en el despierto e inquieto Antonio José. En el mismo año de su ordenación sacerdotal (1781), se introduce en los círculos culturales más progresistas de La Laguna. El naufragio y desvío del barco a Pensilvania fue providencial para nuestro franciscano, pues en Filadelfia, capital del Estado, tuvo una gran acogida. Las buenas maneras del joven fraile, su brillante oratoria y sus magníficas dotes de polemista, le abrieron las puertas de los más selectos círculos culturales, por ejemplo la tertulia que en su mansión presidía el presidente Franklin y a la que acudía, nada menos, que George Washington.
Enigmas, secularización Enigma es su adscripción a la Inquisición. Hemos de tener en cuenta que, casi con toda seguridad, por estos años y quizás posteriormente, nuestro hombre era miembro del Tribunal del Santo Oficio, declarando en el proceso que su ingreso había sido para conocer mejor el Tribunal y poder combatirlo con conocimiento de causa.
Padrón nunca había pregonado su condición de miembro del Santo Oficio, ni siquiera lo había dejado traslucir; es más, parece que nunca intervino en causa alguna, que se sepa. No obstante, Padrón no sólo fue un ministro calificado de la Inquisición, sino que ostentó los cargos de notario y de comisario, por tiempo que hasta ahora es imposible determinar. De Estados Unidos pasó a Cuba, donde combatió la esclavitud y debió molestar tanto a las autoridades como a los hermanos de religión, por lo que en 1793 decide su regreso a España. Se aloja en San Francisco el Grande de Madrid. Su carácter independiente, a veces altanero, su crítico sentido de la obediencia, su liberalismo bien pronto demostrado y su idea de la libertad del hombre tenían que chocar, ineludiblemente, con las reglas fijas que regían en las comunidades religiosas. Esté debió ser el motivo por el cual solicita a sus superiores el permiso para viajar al extranjero y a la vez ampliar sus estudios. Permiso que le es denegado. Esa negativa pudo ser la espoleta de su desvinculación con la orden franciscana. Libre de las ataduras a una orden regular emprender su ansiado periplo por Europa. Regresa con un extraordinario bagaje de nuevos conocimientos sociales, económicos y políticos.
En Quintanilla de Somoza A su regreso de la larga gira europea es acogido por el obispo astorgano y se hace cargo de la parroquia de Quintanilla de Somoza. El fraile canario, trotamundos impenitente, aprendiz y estudioso insaciable de cuanto enriqueciera su espíritu, decide retirarse del mundanal ruido. Es Quintanilla, donde permanecerá hasta 1808, el lugar ideal para desarrollar aquellas ideas sociales y clarividentes que Ruiz de Padrón había percibido en sus diez años por Europa. Aparte de dedicarse con entrega total a su apostolado y cura de almas, desarrolla una actividad social encomiable. Fueron aquellos años duros, llenos de miseria y de hambrunas. Ganó la parroquia de Villamartín de Valdeorras, a donde se incorpora en 1808. Estalla la Guerra de la Independencia y, aunque admirador profundo de la cultura francesa, Padrón se muestra un patriota impertérrito. Es designado vocal de la Junta de Armamento y Defensa de Orense, y director del Hospital Militar que se instaló en el Valle de Valdeorras.
Cortes de Cádiz Elegido por el distrito de Canarias como diputado, Ruiz de Padrón se incorpora a las Cortes el día 13 de Diciembre de 1811; toma posesión de su escaño y firma el proyecto constitucional. Esta fecha hay que considerarla clave en la vida de Ruiz de Padrón. Aquí comienza su calvario personal, cuyo detonante tendrá lugar en 1814, cuando las envidias del clero diocesano de Astorga se desarrollen en su contra y se tope con un obispo reaccionario, como lo era Martínez Jiménez. Padrón nunca fue un revolucionario, aunque sí un avanzado de su época; sí era un ferviente defensor de las libertades, incluyendo la religiosa, como venía demostrando en su trato sobre todo en Norteamérica, donde aprendió a ser tolerante. Era un hombre de ideas muy claras y las defendía hasta el agotamiento, tales como la soberanía de España no aceptando las injerencias francesas o de cualquier otro tipo; podemos calificarlo, sin reserva alguna, como ilustrado pero nunca afrancesado. Que resplandezca la verdad; que la igualdad entre los españoles (y todos los seres humanos) sea una realidad; que la hermandad sea efectiva; que la solidaridad no sea una palabra huera y que la libertad exista por convicción humana, son los anhelos de este cura diputado. Estas aspiraciones tan normales, tan humanas, y la defensa de las mismas en un foro como el de las Cortes de Cádiz, acarrearon injusticias contra él, amén de epítetos como jansenista, hereje, cismático, inculto, antiespañol o la más suave de todas: hetedoroxo. De todo esto, y aún más, se le acusó durante el proceso y encarcelamiento.
La Inquisición Ruiz de Padrón era un cristiano apasionado por la justicia social y la política, y respetuoso con los mandatos evangélicos. Y por tanto perseguidor furibundo de algunas prácticas que la Iglesia Católica, su Iglesia, desarrollaba impunemente. Dos de ellas fueron fustigadas sin piedad por este diputado: El Voto de Santiago y la Inquisición. Sus dictámenes, sus discursos, en uno y otro caso, fueron decisivos para la eliminación de ambos. Más repercusión tuvieron sus intervenciones por su condición de sacerdote y el haber pertenecido, en otro tiempo, al personal cualificado de la Inquisición. En octubre, Díaz Caneja da lectura al escrito que Padrón presentaba a las Cortes sobre el Voto de Santiago; califica esta gabela de «gran farsa»; ataca con dureza a la iglesia compostelana y al gobierno que lo permite. Más ardoroso, si cabe, fue su discurso solicitando la abolición del Tribunal de la Inquisición. Ruiz de Padrón intenta probar que el Tribunal de la Inquisición es totalmente inútil en la Iglesia de Dios y que es diametralmente opuesto a la Constitución. Así de rotundo, así de claro, así de sincero apareció Ruiz de Padrón en las Cortes para combatir lo que a él, y a muchos, les parecía una aberración.
Ruiz de Padrón procesado Las envidias y miserias humanas, los denuestos y descalificaciones para nuestro personaje, sus sufrimientos psicológicos - que los físicos ya los arrastraba - comienzan aquí, después de haberse aprobado la abolición del Santo Oficio. Ya en las sesiones de discusión tuvo que soportar dicterios como «jansenista», «francmasón» y hasta «enemigo de la religión». El 14 de Septiembre de 1813 se disuelven las Cortes Constituyentes, formándose las Ordinarias el día 25. Nuestro hombre había cerrado una etapa más de su ajetreada vida. Le queda, por delante, la más difícil, la del sufrimiento, la del desencanto, el desmoronamiento de todas sus ilusiones, hasta la prisión. Enfermo se encamina a su parroquia valdeorresa, pero tiene que detenerse en Madrid hasta el mes de Mayo de 1814; el motivo de esta parada es reponer su quebrantada salud. Lo peor está por venir. La sede astorgana estaba ocupada por un obispo controvertido, Martínez Jiménez. Buen patriota, fue presidente de la Junta de Armamento y Defensa de Astorga contra Napoleón, a quién tuvo que sufrir alojado en su palacio episcopal. Demoró cuanto pudo presentarse ante José I, y cuando se vio obligado a emprender viaje tardó, nada menos que treinta y siete días desde Astorga a Madrid. Jiménez era un absolutista, opuesto a la idea de Ruiz de Padrón, así como los principales colaboradores de su obispado Desde Madrid, un tanto repuesto de sus dolencias físicas, Ruiz de Padrón se incorpora a su parroquia a finales del mes de Mayo de 1814, doliéndose de cómo Fernando VII había destruido la obra de las Cortes de Cádiz. El 12 de Julio, el obispo remite al Fiscal eclesiástico un decreto en el que le conmina a esclarecer varios puntos referentes a Ruiz de Padrón: 1º. - Por qué el retraso en incorporarse a la parroquia una vez finalizadas las Cortes. 2º. - Su participación en dichas Cortes unido al que se llamó «partido liberal» y 3º. - El contenido de su Dictamen sobre la Inquisición, la doctrina del mismo, así como sus ideas políticas y religiosas. Mal se le ponían las cosas a nuestro hombre; el día 5 de Agosto de 1814 el Fiscal solicita, y el jurado confirma: una actuación inmediata contra Ruiz de Padrón, y un auto de prisión contra el mismo, que puede ser en la casa que habita, (se alojaba en la de su amigo el platero Pedro Carro) o donde el Tribunal estime. Y por último, pide el embargo de todos los bienes y rentas del procesado, con inventario de los mismos «especialmente de los libros, obras y autores». Se le ordena presentarse en el Seminario, haciéndolo en calidad de preso; permanece incomunicado. En nuevo juicio se acuerda por el tribunal que «Se le recluya perpetuamente en el convento de religiosos observantes de San Francisco de Caveza de Alba, en este Obispado».
Al fin la luz En octubre de 1816 vuelve, como preso al Seminario. Y allí permanece hasta el 26 febrero de 1818, fecha en la que el Tribunal Metropolitano de Salamanca, a donde por fin había llegado su causa, declara inocente a Ruiz de Padrón de todos los cargos. Así acabó todo, como tenía que haber acabado aquel mes de Julio de 1814, cuando Ruiz de Padrón fue requerido por el obispo Martínez Jiménez quien, por cierto, en 1816 vio premiado su absolutismo por el rey Fernando con el arzobispado de Zaragoza. Pasaron casi cuatro años de sufrimientos para un hombre provocados por la envidia, el fanatismo, la intolerancia y quizá en buena parte por la incultura de otros. Reintegrado a su parroquia de Villamartín, en 1820 se abre un nuevo periodo de relativas libertades, con el llamado Trienio Constitucional, y en este caso Ruiz de Padrón es elegido diputado de las Cortes Constituyentes por Galicia. El que con tanto ardor y éxito combatió el execrable Voto de Santiago y la abolición de la Inquisición en 1812, ahora defendió con el mismo entusiasmo, pero no con el mismo éxito el mantenimiento del diezmo a la Iglesia; las ventajas que él defendía para mantenimiento de los clérigos y la ayuda de éstos a los feligreses eran notorias. Él mismo lo había practicado. No salió adelante rebajándose tal aportación a la mitad. Aunque no están las fechas y los acontecimientos nada claros, el nuevo Gobierno constitucional quiso premiar la labor de Ruiz de Padrón. Parece que en el mismo año de 1820 fue designado como canónigo maestrescuela de la catedral de Málaga. Se dice que tomó posesión de la canonjía, sino personalmente, sí por poder. El periodo de libertades del trienio se ve truncado en 1823 con la intervención de la Santa Alianza y la llegada de aquel ejército de «Los cien mil hijos de San Luis» que propiciaron, de nuevo, el absolutismo. Como si no quisiera ver el desastre que se cernía sobre España, unos días antes de la llegada del ejército francés a Valderorras, el 8 de Septiembre de 1823, moría Ruiz de Padrón en Villamartín.
En noviembre del año 2007 el Ayuntamiento de San Sebastián de La Gomera organizó unas jornadas conmemorativas del 250 aniversario nacimiento Ruiz de Padrón (09 noviembre 1757), y expreso su pretensión de que las jornadas tuvieran carácter permanente y poder vincular de esta forma acciones culturales a los centros educativos del municipio, teniendo como eje principal la figura de Ruiz de Padrón. Igualmente se anunció por parte de la Corporación capitalina que se elaboraba una placa conmemorativa del aniversario y avanzó que se está en conversaciones con la familia para alquilar una estancia de la casa de Ruiz de Padrón, situada en la capital, con el fin de realizar actividades culturales.
El día 21 de octubre pasado el Cabildo Insular de La Gomera, recibió una placa conmemorativa en memoria de Antonio Ruiz de Padrón, que representó a la Isla en las Cortes de Cádiz de 1810 y 1812; entregada por Consorcio para la Conmemoración del II Centenario de La Constitución de 1812 y la Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía en la persona de la Consejera de Cultura de este Cabildo Doña Nieves González Campora.
Parece llegado el momento definitivo que la figura de Antonio José RUIZ DE PADRÓN obtenga de la sociedad gomera, de sus instituciones y de la primera institución insular el reconocimiento que se merece; y este puede ser el momento, tal día como hoy conmemoramos el 200 aniversario en que RUIZ DE PADRÓN (13 de diciembre de 1.811) toma posesión de su escaño y firma el proyecto constitucional que dará lugar a la Constitución española de 1812, también denominada La Pepa, promulgada por las Cortes Generales de España el 19 de marzo.
En meritos a todo ello y en su virtud, el GRUPO NACIONALISTA CC-PNC-CCN, presenta para su estudio, debate y aprobación por el Pleno de la Corporación, la siguiente:
M O C I O N
1. Aprobar la construcción de un monumento para situarlo en un lugar público (a determinar: “ Rotonda GO-1/Acceso a la Lomada o cualquier otra dentro del casco urbano de San Sebastián) en la memoria de Antonio José RUIZ DE PADRON.
2. Aprobar la creación de un Comité Organizador de los actos conmemorativos del 200 aniversario de la Constitución española de 1812, el 19 de marzo.
3. Aprobar editar una placa conmemorativa del 200 aniversario de la Constitución española de 1812, que se colocara en un lugar público de la isla (a determinar)
4. Invitar al resto de las instituciones de la isla y del exterior a sumarse a participar en la consecución de los dos puntos anteriores.
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