Las Palmas de Gran Canaria, 16 de enero de 2012 / Motos - Deportes - Rallye / Gabinete de Prensa.
Un día después de haber logrado completar los más de 8.000 kilómetros del Dakar Argentina Chile Perú 2012, Pedro Peñate analiza la que ha sido su quinta participación en este raid. Para él, la más complicada por las condiciones en que tuvo que afrontar la mayoría de las trece etapas celebradas.
Por primera vez en mucho tiempo, Pedro Peñate ha podido dormir en una cama de verdad. Y aunque el cansancio después de dos semanas recorriendo algunos de los caminos más inhóspitos del planeta era límite tras la ceremonia de meta, hoy la rutina de los madrugones y las prisas han podido con él. El piloto de KH-7 Valsebike ya estaba en pie alrededor de las siete de la mañana. Un buen momento para hacer un primer balance de la que ha sido su cuarta participación en la versión sudamericana del Dakar, quinta si incluimos el Dakar Series que en 2008 cruzó Hungría y Rumanía y que también logró terminar.
“De todos éste ha sido el más duro”, afirma. El tiempo empleado en intentar revivir la moto de su compañera Rosa Romero en la tercera etapa y las consiguientes penalizaciones convirtieron esas primeras jornadas que normalmente son para ponerse en situación y asentarse en carrera en un verdadero calvario. “De repente me vi en el peor de los escenarios posibles. Último en la clasificación, con el riesgo de ser alcanzado por los coches y tragando el polvo de los demás participantes. Empalmar prácticamente la tercera con la cuarta etapa fue un suplicio”. Peñate llegó a la meta de San Juan pasadas las cuatro de la madrugada. “Estaba fundido. Fue uno de esos típicos momentos del Dakar en los que te preguntas qué demonios pintas ahí”, reconoce.
Cualquiera de los pilotos que han sido capaces de tocar Lima después de la odisea de un Dakar firmaría repetir en 2013. Pero Pedro ha sufrido tantísimo esta vez que pide tiempo. “Después de la tercera etapa empezó a dar guerra el kit de la moto y llegaron los problemas de temperatura que convirtieron la mayoría de las etapas en un verdadero calvario. Sólo cuando estuvimos a mucha altura y el calor dio una tregua pude estar en el que considero que es mi sitio, cerca de los sesenta primeros. Pero hubo días como la penúltima etapa que fue terrible. Nunca había sufrido tanto encima de una moto como ese día”.
El calor fue sofocante y en esas condiciones la temperatura del propulsor volvió a dispararse, con lo que se quedó sin ninguna potencia y sin tracción. “Tenía que parar a que se enfriara cada dos por tres y cuando volvía a arrancar, la moto se enterraba literalmente en la arena.
Las dunas de Perú requieren pasarlas con inercia, rápido, sobre todo porque en la cresta de algunas se formaba como un cráter lleno de ‘fesh-fesh’, lo que lo hacía aún más difícil. Fue otro de los momentos más duros de este Dakar porque después de tantísimos kilómetros, de tanto sufrir y de tanto cansancio, ver que hasta el final iba a estar así... Pero lo cierto es que llegar a la meta en estas condiciones acaba haciendo que tenga mayor mérito. Se ha conseguido una vez más el objetivo, que es lo que cuenta. Aún así, me voy a tomar hasta marzo para decidir si hacemos un sexto Dakar o me doy un respiro”. Este martes 17 de enero Pedro regresará a Gran Canaria vía Madrid. Será en el vuelo número UX9172 con las diez de la noche como hora prevista de llegada.
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